miércoles, 16 de enero de 2013

¿Podré incursionar en la erótica?

Son las diez de la noche. Llueve. De nuevo el silencio. Silencio sin motores que escucho desde afuera. Silencio sin ladridos, sin voces.
Silencio interrumpido por un sonido al cual ya me acostumbré, pero que cada tanto trae sorpresas.

"Pienso en vos."

Yo también.
Pienso en vos. Pienso en vos allá, y en mí acá.
Pienso en vos en tu cama, mientras yo estoy en la mía, sin remera, sin camisa, sin jeans, sin nada, pero con mis labios sobre tu piel comiéndote a la distancia.
Las palabras son mensajeras de acciones que las manos no pueden llevar acabo.

Cierro los ojos, y estás. Estás acá, al lado. No arriba, no abajo: al lado.
Tus manos en mi cintura y mis manos dibujando mapas enteros en tu espalda.
No quiero hablar. No quiero hablar más que para decirte lo mucho que quiero que tu silencio me consuma.
Lo mucho que quiero tus labios sobre los míos. Lo mucho que quiero tus manos desdibujando límites y trazando nuevos.
Lo mucho que quiero ver tus gemidos en el aire llenar la habitación y saborear tu perfume entre mis piernas.

¿Muy gráfico? Perdón.

Son las once. Sigo acá. Vos allá. Nunca te veo.
Ya es la quinta noche en la que no te veo, pero está bien porque te siento.

Te siento marcando el ritmo de los latidos de mi corazón que van en crescendo con el bailar de tus manos.

Estás allá. Yo acá. Si cierro los ojos te veo.
Te veo entre gritos. Te veo en mi respiración entrecortada. Te veo deshacerte con el arquear de mi espalda.

Estoy harta de verte. No te quiero ver más.
Mentira.
Te quiero ver con los brazos estirados, los ojos tapados, dibujando en tu mente mi silueta con mis labios en tu cuello, y mis manos en tu cuerpo, y mi boca susurrándote calor en la oreja.

Odio esto.
Odio ver tu presión contra mi cuerpo. Sentir mis piernas abrazando tu cintura y tus ojos clavados en mi espalda arriba tuyo.

¿Muy gráfico? Perdón.

Van cinco noches. Ya no necesito cerrar los ojos.
Con los ojos abiertos trazo tu cuerpo sobre el mío, tu mano sosteniendo las mías sobre...
No, no dije nada.

Son las nueve de la mañana.
Me despierto.

Van cinco noches.

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