miércoles, 5 de septiembre de 2012

Me despierto con diez minutos de sobra antes que suene la alarma. Pocas cosas son más irritantes que esto. No sólo no me vuelvo volver a dormir, sino que mi mente se esmera por medir cuidadosamente los minutos para intentar predecir el décimo y adelantarme a la alarma una vez más. No funciona. Para cuando la alarma sí suena, mis ojos me ruegan que la ignore y me vuelva a dormir, pero no funciona así. Aprieto el botón y la atraso veinte minutos, esperando que sirva de algo, pero me termino adentrando nuevamente a ese circulo vicioso de contar minutos en vez de animales y me alejo cada vez más de los sueños. El único problema es que eso funciona durante esos veinte minutos. Cuando se acaban y suena ese horrible sonido de nuevo, haciendo eco en mi cabeza, el sueño volvió. Es como un adolescente rebelde que no quiere hacer algo hasta que no le dicen que está prohibido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario