A veces sumo dos mas dos, esperando que de cinco. Eventualmente voy a poder doblar los números y la realidad y lograrlo, pero hoy no. Hoy estoy segura de que mi respuesta va a ser la de siempre.
Es un patrón. Es lógica pura. Es racionalidad aplicada incorrecta e injustamente a cuestiones del corazón. Hay una ecuación, en la cual nosotros somos las variables que ordenan los puntos en el plano y le dan lugar a la misma parábola de siempre. Porque todas las parábolas son semejantes; es únicamente la escala la que crea la ilusión y le da otra apariencia para diferenciarlas entre sí.
Hoy me quedo con la ilusión de que esta parábola es diferente.
Hago de cuenta que no sé cómo terminaré de graficarla por más que sé dónde cae cada punto en el eje de coordenadas.
Hoy cierro los ojos y grito, como estúpida, que a veces dos mas dos puede ser cinco, porque el cuatro es un número ya demasiado conocido, y no quiero volver a sufrirlo.
Porque lo racional,
lo calculado,
lo medido,
lo correcto,
siempre me deja tirada en lo negativo.
O capaz es al revés.
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