jueves, 6 de septiembre de 2012

On the bright side.

Me voy a concentrar en las cosas buenas por unos minutos, si la vida me lo permite. Ejerciendo la fuerza que tengo, voy a pensar en lo lindo de la vida y ahuyentar lo feo, simplemente porque puedo. Está en uno hacer de un día uno bueno... ¿No? ¿Empezamos?

Empecemos.

Me gusta el crujido de las hojas de otoño bajo mis botas, y apagar un cigarrillo fríamente con el taco de mis zapatos. Me gusta sentir el humo de un café recién hecho en la nariz, y respirar y oler dentro de la taza. Me gusta despertarme cinco minutos después de que sonó la alarma por mi cuenta. Me gusta despertarme a un mensaje de texto con palabras escritas que no tienen nada que ver con nada. Me gusta dormirme sintiendo la respiración de alguien en mi cuello. Me gusta sentirme a salvo entre los brazos de alguien. Me gustan los recuerdos de algo lindo que se convirtió en algo feo cuando me hacen sonreír y agradecer por lo que actualmente tengo. Me gusta sigilosamente colar papeles en las pertenencias de mis amigos o mi pareja con mensajes lindos y que sepa que van a robarles una sonrisa. Me gusta escuchar música viajando en el subte y cantar soñando despierta con tener una banda. Me gusta cerrar los ojos e imaginarme mi película o un videoclip. Me gusta soñar con publicar mi libro ya escrito. Me gusta mirar a mi perro cuando se tira en frente mío para que le haga mimos tras un día entero de no vernos. Me gusta abrir la heladera y que esté llena. Me gusta cuando tengo antojos a las tres de la mañana y abro un cajón y tengo un chocolate. Me gusta sentarme en un bar, cerca de la ventana, y mirar a las personas pasar e imaginarme a dónde van. Me gusta escuchar los ruidos de la ciudad a la noche, tranquila. Me gusta sentarme en mi balcón a las cinco de la mañana, cuando todavía está oscuro el día, y mirar cómo las calles están prácticamente vacías. Me gusta pensar en momentos así cómo hay ciertas cosas que no se detienen por más que no haya nadie que las admire o las espere, como los semáforos cambiando de rojo a amarillo y finalmente a verde por más que no haya un auto en la esquina de enfrente. Me gusta que jueguen con mi pelo. Me gusta ponerle ocho cucharadas de azúcar a una taza grande de café y no poder tomarme lo del fondo porque es demasiado dulce. Me gusta cuando me despierto temprano y me sorprenden con un café y medialunas. Me gusta tirarme acompañada en una terraza a mirar el cielo en silencio y sentir, preferentemente, el hilado de una frazada en mi espalda y mis brazos. Me gusta el ruido de la lluvia sobre un toldo. Me gusta cómo la luz se cuela por entre los agujeros de las persianas americanas. Me gusta cuando una canción me despierta en medio de un viaje largo y se asegura de que mi día empiece bien. Me gusta vestirme como oficinista una que otra vez. Me gusta el vodka y el ron, y tomarme cinco shots seguidos por el enojo en una noche y que nadie me juzgue (es posible). Me gusta tirarme en una bañadera llena con espuma con una copa de vino o coca en mano y una buena lista de reproducción sonando. Me gusta llorar en la ducha. Me gusta cantar en la vía pública. Me gusta cuando las circunstancias se dan para que un montón de cosas que me gusten se den juntas, como ahora que escucho la lluvia golpear sobre el traga luz de mi casa, y me concentro en el ruido producido por el golpear de mis teclas, y escucho afuera los colectivos y los perros, y disfruto un buen café. Me gusta el claqueteo de los tacos por la calle y, aún más, sobre los pisos de madera. Me gusta ese sentimiento que te queda después de ver una película muy buena o de haber leído un libro muy bueno. Me gusta poder cerrar los ojos y reproducir capítulos enteros de series de mi infancia, o cuando un aroma aleatorio me hace acordar a algo que me había olvidado. Me gusta hacer planes y luego descartarlos por algo más espontáneo. Me gusta cuando se rozan mis manos con las de alguien que me gusta y es completamente inocente y platónico. Me gusta pensar que alguien lee esto y piensa que a él o ella también le gustan las mismas cosas, porque me imagino que esa persona ahora sabe que no está sola. Me gusta pedir comida y que el chico del delivery sea lindo. Me gusta el helado de tramontana y me causa gracia que lo haya descubierto después de 20 años de vida. Me gusta ese momento de silencio después de un estallo de risas. Me gustan los viajes de veinticuatro horas. Me gusta conocer gente nueva en la calle, y ser buena con ellos, demostrándoles que todavía hay razones para tenerle fe a la humanidad. Me gusta cocinar, aunque disfruto más que otras personas disfruten lo que cociné. Me gusta el ruidito del papel de un caramelo al desenvolverlo. Me gusta poner los dedos en mi sien y sentir cómo se mueve mi mandíbula cuando mastico.

Hay muchas cosas que me gustan. Creo que hoy por hoy le ganan a las que no. Voy mejorando.

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