martes, 4 de septiembre de 2012

Si me conoces.

Esto aplica para vos, seas quién seas. Si hablamos una vez en el chat, si te conozco desde que tengo tres, si somos nuevos amigos, si somos relativamente viejos amigos. Aplica si ya no nos hablamos, si sufrimos juntos, si reímos juntos, si compartimos una mirada cómplice hace diez años o hace dos días. Esto aplica a vos, seas quién seas, si estás o querés estar en mi vida. Esto es un contrato. 

De mi parte, te doy lo que necesites. Si son las seis de la mañana, estás a kilómetros de distancia y necesitás a alguien, estoy. Siempre estoy, porque si estás y querés estar en mi vida, no hay límites. Si necesitás con quién llorar, si necesitas un hombro sobre el cual tirarte a dormir, si necesitás compañía en silencio, estoy.
Si estás y estoy, aplica decirte una cosa que capaz no te digo seguido: te quiero.

Igual, el "te quiero" no es ni suficiente ni lo único. Te quiero y te quiero bien. Te quiero bien física y emocionalmente. Yo no puedo pelear tus peleas, pero puedo estar al lado tuyo, alentándote cuando las peleés para que estés bien. ¿Por qué lo hago? Porque te quiero y tu felicidad (tan compleja como sea) es algo que aporta a mi felicidad.

Yo no te pido a cambio que estés. Entiendo que todos somos diferentes. Tus prioridades no son las mismas que las mías. No te pido que si intercambiamos una oración hace meses estés conmigo cuando sufra. No te pido que si te lastimé, estés dispuesto a dejarlo a un lado si te necesito. Es algo que me encantaría, pero no es lo que te pido.

Tu parte del contrato es aún más simple, pero a la vez mucho más complejo. Lo único que te pido es que nunca lo olvides. Nunca olvides que no te dejo solo.

La próxima que estés mal, encerrado en el baño rogando poder gritar, o llorando, o ahogando tus penas en un bar, recordá que estoy, aunque no esté.

Estoy con vos si ya no somos amigos. Estoy con vos si me rompiste el corazón. Estoy con vos si rompí el tuyo. Estoy con vos si te conocí a las seis de la mañana fuera de un boliche. Estoy con vos si te conocí hace poco más de un mes. Estoy con vos siempre, sin importar cuándo, cómo o por qué nos conocimos.

¿Por qué?

Porque vos siempre estás en mí.

Cuando era chica a mí me acomplejaba mucho el tema de sobrevivir a mi muerte (filosóficamente hablando). Lo único que quería de mi vida era hacer un impacto en alguien más. Hoy en día, sé que lo hice. Si sos como yo, sabé lo siguiente: si te conocí, vas a estar en mí para siempre.

Capaz con el pasar del tiempo no recuerde tu voz o no pueda dibujar tu rostro con los ojos cerrados, pero nunca te voy a olvidar. Sos parte de mí. Hiciste un impacto. Te hiciste parte de otra persona. Te hiciste parte de esta persona.

Te quise, o te amé o te amo o te quiero.

Por eso, por ese sentimiento que sentimos o siento, siempre voy a estar.

Cuando yo tenia dieciséis años le pregunté a mi clase cómo se describirían en pocas palabras. Vengo describiéndome de la misma manera desde que tengo consciencia.
Soy preocupación incondicional. 

Jamás me pidas que no me preocupe por vos. Jamás me pidas que te olvide. Jamás. Por más que haya una pelea, nunca te voy a cerrar la puerta.

Si estás acá, leyendo esto, estate seguro de que te abrí esa puerta.
Me preocupo por vos, seas quién seas.

Es verdad, a veces me preocupo más por vos de lo que me preocupo por mí misma, pero si no lo hiciera, me perdería. Perdería esa parte de mí que amo por sobre todas mis cosas.

Nunca te preocupes por cansarme, por molestarme. No me molestas, jamás. Despertame, llamame, interrumpime. Nunca sos una molestia. Nunca te confundas con eso. Nunca te pierdas lo suficiente como para pensar que sos una molestia.

Sos fantástico. Sos genial. Sos una hermosa persona. Sos amable, con tus cualidades buenas y tus fallas. Y para siempre vas a ser parte de otra persona. No estás solo. No estás sola.

El contrato es ese. Yo te doy todo lo que pueda, quieras y necesites. Vos sólo prometeme que aunque dudes de vos mismo, nunca jamás dudes que sos importante para alguien, porque sos más que importante para alguien. Lo más probable es que seas igual de importante para alguien más, pero no puedo hablar por los demás. Yo hablo por mí y te digo esto. Te lo firmo con lágrimas compartidas, con risas, con mi puerta siempre abierta. Te lo firmo acá.

Vos firmá también y no te olvides de que te quiero.

3 comentarios: