jueves, 28 de febrero de 2013

Azul.

Sos el amor de mi vida. 
No digas eso.
¿Por qué no?
Porque te vas a arrepentir. 

Las primeras veces a veces ocurren en la cama. Esa fue nuestra historia. Creo que si fuese a escribir nuestra historia no habría momento relevante que no sucediera en posición horizontal. Por calentura, capaz. Quizás porque cuando el cuerpo libera hormonas como loco nos sentimos más abiertos, más sueltos, más vulnerables pero a la vez más fuertes que nunca porque, después de todo, estamos sin ropa al lado de otra persona y esa otra persona no está corriendo hacia la puerta, sino que nos abraza. Es algo poderoso. Sí, el sexo puede hacer las cosas más confusas porque borra límites, pero a veces las aclara con las emociones que usamos cuando no usamos ni una sola tela para cubrirnos.

Me estoy enamorando de vos. 
Estoy enamorada. 
Te amo. 

Todo pasó en la cama. Todo ese fuego rojo que terminó siendo azul, tendría que haber quemado el colchón y deshecho las sábanas pero creo que en vez siguió de largo y te deshizo a vos, me rompió a mí y le prendió fuego a lo que fuese que nos mantenía a vos y a mi como un nosotros.

No voy a nada con esto. No tiene propósito esta entrada más que poner en escrito lo raro que fue todo. Para recordarme que a veces soy una daltónica de mierda que ve el color que quiere porque la razón no es mi fuerte.

En fin.

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