jueves, 14 de febrero de 2013

Elfos, druidas, y una falta asombrosa de mentiras.

Veo tu nombre y repaso las líneas gruesas en la pantalla de mi máquina mágica con suspiros. Cinco minutos.
Cierro los ojos y para cuando me doy cuenta se siente como si hubiesen pasado diez horas.
¿Cuántas veces se puede soñar una persona en cinco minutos?
¿Una? ¿Dos? ¿Tres millones dos mil quinientas?
Ya no te veo en el revés de mis párpados. Ya no te descompongo en cada frase que escribís, ni imagino el roce de tu piel cada vez que mis dedos acarician las teclas.

una.

Ojalá pudiese convencerme de que hay un mañana en el que mi alarma suena con tu voz a primera hora. Ojalá hubiese un recoveco en mi mente en donde la verdad no haya irrumpido, haciéndome saber sin lugar a dudas que no hay rincón en la vida donde haya lugar para vosyyo. Pero tu silencio lo dice todo, y todo significa nada y la nada me deja en un vacío que me gustaría llenar con besos y sonrisas.

dos.

No estás. Ya me acostumbré. Me acostumbré a mi cama fría y a tu saludo indiferente o a la falta misma de una bienvenida cada vez que cruzo tu puerta de entrada.

tres.

Canta el olvido la zamba que otro nombre me enseñó, y me ofrece la mano para salir a bailar. Quisiera bailar con vos. Quisiera sentir tu mano en la base de mi espalda mientras mi rostro descansa en tu hombro al ritmo de nuestra respiración -que le gana por lejos a cualquier canción.

cuatro.

Me quedé atrás. Es tiempo de afrontarlo. Mil pasos entre vos y yo: casi tantos como los metros medidos en textos. Si unieras cada oración que te he escrito, juntando cada punto final con cada nueva oración, tendrías en tus manos el lazo más largo que hoy ata mi corazón.

cinco.

Cruzo la calle sin miedo. ¿Sin miedo a qué? Ya no temo la presencia de una sombra a mis espaldas, ni le ruego al Cielo que no entrelace mi camino con el suyo porque ya no importa. No me importa otro nombre porque mis labios no pronuncian el tuyo. ¿Qué es un nombre? Tu nombre no me dice nada. Tu nombre no cuenta la historia de tus fracasos, ni de tus victorias. Tu nombre no refleja tu sabiduría ni tu ignorancia bruta, ni la crueldad inocente con la que...

seis.

Tu nombre no refleja la crueldad sin propósito ni sentido con la que golpeas mi puerta noche tras noche mientras tu cabeza golpea tu almohada. Tan bien te sentarían tantas otras palabras.

siete.

Tu nombre es un arma filosa. Corta, juzga y no perdona. Pero tus ojos dicen mucho más. No hay palabra que alcance para nombrar el juego de ingenio en que se sumerge tu lengua mientras forma los sonidos que, de a poco, me...

ocho.

Me arrastra a otra realidad. Una más allá de la que incluye elfos y druidas. Una realidad mágica que es más poderosa que cualquier fantasía que mi mirada pinta en tu cuello mientras te miro.

nueve.

Veo tu nombre y trazo las líneas. Vos no estás. Yo sí, y tu nombre también. Si le grito a tu nombre, ¿llegará a tus oídos?

diez. 
once.
doce. 

No.

No hay comentarios:

Publicar un comentario