- Intentá, dale.
- No.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero.
- Pero, ¿por qué?
- Porque las palabras no me sirven para nada. Las palabras son mentiras. Son mentiras por omisión. No alcanzan.
- ¿Para qué no alcanzan?
- Para escribir esto.
- ¿Por qué no?
- Porque entre letra y letra, hay mil pensamientos abstractos. Hay millones de significantes sin significados, y viceversa.
- Hace lo mejor que puedas.
- No alcanza.
- ¿Por qué?
- Las palabras no son suficientes. Mienten. Mi mirada no.
- Pero no estás mirando a nadie; estás mirando una pantalla.
- Ya habrá tiempo para que mi mirada hable.
- ¿Y si no se entiende?
- Es falta de cancha en mirarla. Hay tiempo.
- Tiempo...
- Callate.
- Siempre te quejás del tiempo. Odiás el tiempo.
- Capaz no es tan malo a veces.
- Intentá.
- No.
- ¿Por qué?
- Porque para escribir esta entrada, necesito escribir un diccionario nuevo que reinvente el idioma o crear uno nuevo.
- Hacelo.
- Lo hago.
- ¿Cuándo? ¿Cómo?
- Con mis ojos. A mí, las palabras me fallan, pero ¿mis ojos? Ellos no mienten. Ellos dicen todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario