jueves, 28 de febrero de 2013

Conversaciones en mi cabeza.

- No te das cuenta. Te pasas todo el tiempo convenciéndote de que estás bien. Sos una nena grande, creciste; maduraste; pasaste por mil ochocientas cosas y acá estás, viva. Sí, estás viva, pero estás haciendo estupideces con cada segundo de tu vida para llevarte a ese punto en que te sentís muerta.
- ¿Por qué me decís eso?
- ¿Me vas a decir que no es verdad? ¿Me vas a decir que no buscás toda la basura que se te cruza en el camino? ¡Fijate!
- ¿Qué querés que me fije!
- Que llevás todo este tiempo actuando como mina madura que ni siquiera te das cuenta que en realidad seguís siendo la misma pendeja tarada que se mete en situaciones de mierda de las que después no puede salir. Todo por tus estúpidas historias.
- ¿Qué?
- Te encanta sufrir porque te da algo de qué escribir.
- No me digas eso.
- ¿Hay otra explicación? ¿En serio! Por favor, explicamelá. Te conozco casi tanto como vos misma y en todo este tiempo cambiaste tanto que volviste al mismo punto de partida.
- No sabés de qué hablás.
- Estás tan acostumbrada a tus historias de mierda y a que tus personajes secundarios te pasen por encima que no podes ver que todo este tiempo lo único que yo quería era
- ¿QUÉ?
- Yo solamente te quería a vos.
- Andate a la mierda.
- No. Me voy a quedar acá. Me voy a quedar del otro lado de tus estúpidas barreras y voy a esperar a que bajes el escudo de mentiras que te decís todos los días hasta que veas que a pesar de todo lo que hiciste, a pesar de todo lo que pasó y de lo que nos hicimos, yo sigo acá. Hasta que veas que aunque todos los que me conocen me digan que me vaya
- Capaz tendrías que hacerlo.
- Aunque todos me digan que me vaya, incluso vos, ¡incluso yo mismo! me quedo porque veo algo en vos que no podés ver vos misma en este momento. Ya lo vas a ver. Lo vas a ver y se te van a quebrar las rodillas y te vas a sentir una pelotuda y te vas a acordar de esa noche en que nos conocimos en que te mentí. Sí, te mentí. Y después vos me mentiste a mi y así una y otra vez. Te vas a acordar de eso y después te vas a acordar de cómo te sentías cuando te respondía los mensajes, porque yo me acuerdo de cómo me sonreí cuando me mandaste un mensaje inesperado para desearme suerte en mi estúpido examen, y te vas a sentir vacía y te vas a odiar a vos misma por empujarme. Y cuando pase eso, vas a abrir los ojos y vas a darte cuenta que aunque me empujes mil kilómetros, yo sigo acá. Porque te mentí, sí, pero no es mentira que lo único que quiero sos vos, forra de mierda. Me voy a quedar acá hasta que decidas jugartela como yo estoy dispuesto a apostar mi vida.

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