Cerraste el libro. Yo quería seguir escribiendo. Me arrancaste las páginas y borraste mis palabras sin siquiera esperar a que terminaran de salir de mis ojos.
Cerraste el libro y se me vino encima el vacío. En el punto final leo tu ausencia a mi lado y la victoria de las mentiras que me vendiste por días, prometiendo un valor que ni vos, ni yo, podríamos negar.
Cerraste el libro. Me cerraste a mí. Cerraste la puerta y quedé afuera; ahora camino y viajo y vivo, y vos quedaste en el vacío de sus ojos que te prometieron el agua de vida y te ahogaron en sed.
Quemaste las hojas que hacían los puentes que te unían a mí con cada beso partido y cada silencio interrumpido. Me cerraste el libro.
Espero que vivas cada coma, cada mayúscula, cada comilla, y que sepas en cada día, en cada lluvia, en cada canción que mis labios murmuran a paredes desnudas de tus gritos coloridos, que aquel libro que cerraste era tan tuyo como mío.
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