miércoles, 20 de febrero de 2013

Renderizame esta.

La habitación estaba fría. La ventana abierta, el viento volando las cortinas. Pero ella... Ella estaba en otro mundo donde la temperatura mínima era 140º y el viento lo único que hacía era simular sus manos por sus piernas mientras se deshacía de la poca tela que tenía encima. Con tan sólo cerrar los ojos detenía el tiempo o lo manipulaba a su favor, yuxtaponiendo el antes con el ahora, creando un completamente diferente después. En su mente, no se había ido. Ese beso no había tenido el sabor a despedida y la noche no había cerrado la puerta con un mundo infinito de yquésis y ahoraquès. En su mente sentía su boca recorriendo el camino que sus manos trazaban y su cuerpo temblando por el roce de sus labios.
Era otro mundo, sin duda. En este, el único tiempo que pasaba era ese que se media en los golpes contra la pared de la cabecera de la cama, o en suspiros negados que decían no mientras cada parte de su ser decía sí.
El olor a lluvia irrumpía en la habitación, pero ella tan sólo podía saborear los efectos residuales de los besos en su cuello y las yemas de sus dedos en su piel.

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