viernes, 8 de febrero de 2013

Vomito verbal

Estoy en uno de esos humores raros que me agarran a mi en los que quiero hablar, pero no quiero hablarle a nadie, así que súfranme.

Últimamente vengo batallando con dos partes mías que me piden cosas completamente diferentes y que es imposible que puedan coexistir.
Por un lado, parte de mí me repite desde que me despierto hasta que cierro los ojos y marco el final del día que no necesito que alguien más me valide. Me dice que no quiero besos sin nombre o sin sentido o, por decirlo de una manera más correcta, sin sentimiento. También me dice que quiero que el próximo que tenga nombre, sea el nombre correcto: que no importa si esa persona viene con fecha de vencimiento, pero importa que yo no me la imagine desde el vamos.
Por el otro, desde la otra esquina, tengo una voz que me grita que quiero que alguien me quiera. Es uno de los sentimientos más básicos. Pero esta voz a veces dice tantas cosas al mismo tiempo y me confunde y siento que no entiendo el mensaje. Parece que me dice que espere, pero a la vez me dice que el chico que está sentado en el fondo del 60 se parece a mi ex y podría ser mi próximo y verdadero "amor de mi vida."

Vengo encontrando un equilibrio a las dos fuerzas que tiran para dos lados completamente diferentes. Por ahora, viene ganando la voz que me dice que tengo valor propio, sin importar que alguien más concuerde, lo firmé, lo valide o lo que sea.
Sí, el chico en el fondo del 60 se parece a mi ex. Sí, el chico que veo todas las semanas es re lindo e interesante. Sí, esa persona a la que veo casi todos los días me mueve el piso. Pero no. No me sacuden las estanterías.
Incluso ese que me habla cada tanto, cuando quiere, nunca cuando yo lo quiero a él: ese tampoco me las sacude.
Todos me sacuden algo. Siento cosquillas.
Pero la voz me dice que las cosquillas no son suficientes. Me dice que merezco algo más que cosquillas. Merezco ese sentimiento de que alguien tiene en sus manos tu corazón y podría presionar y matarte en cuestión de segundos, pero sin embargo la confianza de que no lo va a hacer predomina. Me gané el premio de denominar como Mi John Cusack a alguien que valga la pena, en vez de cualquier pobre alma pelotuda que se cruce en mi camino y me diga la hora.

Por ahora, va ganando la voz que me dice que todo esto eventualmente va a cobrar más sentido del que ya veo que tiene.
Sin importar lo mucho que extrañe el sexo.

Y eso que lo extraño bastante, eh.

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