- Está bien...
- No, no está bien. Te mentí. Me mentí a mí mismo.
- Todos hacemos eso alguna vez. Dios sabe que yo lo he hecho más de una.
- Pero ¿por qué?
- Porque somos seres estúpidos que no aprenden y tienen miedo de aprender.
- ¿Aprender qué?
- Que aunque la vida apeste y nos tire un obstáculo tras otro, nosotros podemos elegir ayudarla a envenenar nuestras vidas o defendernos con lo mejor que podamos.
- ¿Y qué es eso?
- Todavía no lo descubrí. Pero algo tenemos que tener.
- Sonás demasiado optimista.
- Soñadora empedernida, ¿te acordás?
- ¿Cómo olvidarme?
- ¿Te acordás de ese juego de sábanas que compramos cuando te mudaste a casa?
- Sí...
- Cada tanto todavía juraría poder sentir tu olor en la tela.
- Perdón.
- Describite en cinco palabras.
- ¿Para qué?
- Vos hacelo.
- Vos primero.
- Ilusa, romántica empedernida, soñadora, infantil.
Debería sumarle complicada. Me olvidé de su respuesta.
- ¿Y?
- Sigue todo igual.
- ¿Una mierda, entonces?
- Básicamente.
- ¿Pensás hacer algo?
- Yo ya tomé mi decisión; él tomó la suya. No hay mucho que hacerle.
- Tenés la peor suerte, boluda.
- Decímelo a mí.
- ¿Y ahora?
- Esperar a que la vida me tire una soga o ahogarme como la mejor. Esa fue mi decisión.
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