Siento mis huesos estirarse hasta el techo para poder llenarse de vos. Tus dedos reacomodando mis electrones, protones y neutrones, haciendo que se difuminen mis límites con los colores de los doscientos seis gritos que empujan las paredes que nos encierran. Tus labios haciendo cráteres en mi piel con cada beso que me impregna de tu sabor y graba en mis células tu calor. Siento tu corazón en tu boca latiendo al unísono con mi respiración entre mis piernas, cantando y diciendo con fuerza lo que las palabras no pueden decir.
Pienso en baobabs y me olvido de los lobos en tu mirada. Reproduzco discos enteros en mi mente y líneas de películas en tu sonrisa. Me gustaría darle pausa a nuestra escena: extenderla por eones para no volver a sentir dos mil seiscientos años luz entre el vos y el yo.
NERD
ResponderEliminarY eso que no hablé del flujo piroclástico
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