viernes, 8 de marzo de 2013

DFTBA

Vamos a jugar a un juego, ¿te parece? Se llama "Vamos a ser honestos."

Por muchos años me sentí chiquita, hasta insignificante. Creo que fueron los 21 años de mi vida más cansadores. Ja, ¿entienden? porque tengo 21 años. En fin. Me sentía una mierda.
Con todos los problemas y con todos los traumas y secuelas y enfermedades y la soledad y las relaciones fracasadas y mi profundo odio por mí misma, no era fácil no sentirse insignificante. Básicamente, era todo una mierda.
Me gustaría poder disfrazar esta entrada con palabras grandes y metáforas y analogías y loqueustedesquieras, pero no. No tengo ganas. Tengo ganas de plasmar esto de manera simple y contar de toda la magia porque en un año quiero poder volver a entrar a esto y recordar que estoy llorando como pelotuda en mi cama.

La cuestión es que mis años desde la adolescencia hasta mis veintiuno fueron medio apestosos. El año pasado empezó para la mierda y no ayudo ni un poco. Pero, pasó algo más. A eso de mitad de año corté con alguien y me empecé a juntar más con un grupo GIGANTE de gente que conocí por internet y aprendí las implicancias de realmente amar a alguien. De a poco, al haber entendido de qué se trataba ese verbo, empecé a aprender a aplicarlo a mí misma.

No sé muy bien cómo llegué o llegamos a este punto. Sí, la vida es una mierda. Sí, todavía tengo deudas. Sí, todavía no me entiendo a mi misma. Pero no, mi vida no es una mierda.

Hoy no me siento insignificante. Hoy me siento parte de un todo genial. Es un todo muy raro, porque entre las diferencias de creencias políticas, las de edad, de locación y millones más, conformamos un todo bastante unido. Es un algo que evolucionó a un todo porque se convirtieron en mis amigos y en los chicos con los cuales me junto al menos un viernes al mes para leer poesía y los que me hicieron volver a escribir en español y los que me bancan cuando les hablo de miles de porquerías en una hora. Es un algo que evolucionó a un todo porque le dieron lugar a mi vida.

Normalmente, estoy consciente de esto. Cuando trabajo y les hablo, sé lo mucho que me cambiaron y me ayudaron. Normalmente, a nivel consciente estoy al tanto de todo lo que me caen bien, pero hoy... Hoy es un día diferente.

Hoy no sólo me dieron un genial comienzo a una historia buena, sino que me dieron una bolsa inagotable de magia. Es una magia rara que se traduce a aproximadamente muchos miles de dólares para una organización sin fines de lucro para la cual dejamos de ser muchos, nos convertimos en un todo y no paramos hasta llegar a algo.

Lo logramos. Llegamos a nuestro algo.
Cuando me muera, lo más probable es que mi cuerpo se pudra y la gente siga su vida, pero en algún punto de la historia va a quedar marcado un puntito chiquito que decía que fui parte de algo que hizo algo bueno. Y ese algo bueno pasó gracias a todo.

Gracias por toda la magia. Entre mi llanto de este momento y las horas que invertimos para lograr que esto pasara, no hay palabras suficientes para explicar lo que pasa por mi cabeza.

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