"Esto lo escribí para alguien que no está acá."
Intenté escribir como una persona normal:
traduciendo mis pausas en las comas
e intentando condensar la importancia de cada letra con las tildes,
arreglando emociones en los versos separados por sus rangos resaltados por los verbos.
Intenté, pero no pude.
Hace meses me paré en este mismo lugar,
y di cátedra sobre cómo cuando uno se enamora cambia de idioma.
Hoy, después de haberme dado cuenta de lo estúpido que es intentar hacer caber un significante como el tuyo en un significado,
desaprendo las notas que tengo escritas con colores en mi piel,
y ajusto el pensamiento para darme cuenta que cuando uno padece de esta enfermedad,
es inútil y de iluso referirse a un idioma, vivo o muerto, porque de nada sirve hablar.
Intenté decirte cómo cada vez que tus labios se aventuran en mi cuello,
siento que mis brazos se caen y se juntan y se pierden entre los retazos de tela en el suelo,
como si fuesen hojas de un girasol que tus dedos dejan volar junto al viento,
mientras me quedo con un ramo de emociones a flor de piel,
cada una susurrándole a la noche la misma pregunta que yo le hago a los pétalos que solían formar parte de mi ser.
Me quiere.
No me quiere.
Intenté escribir que de pronto me doy cuenta que soy sólo un tallo que vos sostenés entre tus dedos,
moviendo de un lado para el otro,
y que lo que es tallo no es realmente tallo sino que es corazón.
Últimamente me doy cuenta que no hablo en pelotudo,
hablo en neurosis y sin puntos
porque asimilé la gramática de tus miradas en las mías,
y este es un dialecto que aprendimos y sabemos los dos.
Intenté, pero no pude, diagramar en forma de poema
la montaña rusa de sensaciones que viajan de mis pies a mi cabeza
cuando la mañana todavía es noche y yo me doy cuenta
que, a pesar de la oscuridad con las cortinas a medio cerrar,
y la luz apagada de mi pieza, mis ojos se acostumbraron a abrirse y verte,
y los huecos entre mis dedos a sentirte,
y que hacía tanto tiempo no me sentía a gusto en mi propia casa,
con el pelo batido y el aroma ajeno impregnado en mis sábanas.
Intenté inútilmente poner en escrito lo que siento al tenerte conmigo.
Recurrí a un diccionario, intentando repasar palabras que me vienen machacando en la cabeza desde primer grado,
cosas que yo debería saber decir desde hace ya años,
pero ninguna agrupación de letras se compara al grupo de símbolos y signos que veo con tu firma en mi cuerpo.
No hay manera de decir más que la única en la que puedo decir,
que mientras escribo esto,
pensando en tus manos acariciando las mías,
me miro al espejo y espero ver lo que creo sentir violeta.
Intenté, pero no puedo, decirte que quiero que mientras esto dure,
sea eterno.
(porque no quiero subir el video porque parece que tenía una enfermedad que me hacía temblar mucho)
como nunca.
ResponderEliminarcomo siempre.
a veces las palabras parecen que se quedan cortas, pero cuando el uso del lenguaje es exquisito, se transmiten los sentimientos.
en especial si se comparten.