Esto empezó como el viaje de una chica de unos veintitantos intentando dejar de fumar. Ahora es como un diario íntimo. Esperen incoherencia, ira, frustración, cosas lindas y capaz que un par de cosas sexuales. Lean a su riesgo.
lunes, 27 de agosto de 2012
April 30th, 2012
Hoy no tengo ganas de usar palabras grandes o hacerme la fuerte. Hoy tengo ganas de darle a las teclas hasta que algo que valga la pena salga. No, miento. Tengo ganas de golpear letra tras letra hasta que por fin el hartazgo le gane a mi miedo y las cosas salgan. Esas cosas que me vengo callando por miedo a las repercusiones, a las preguntas, a los cuestionamientos o a la respuesta misma. Hoy tengo ganas de ganarme a mí misma, pero no creo que eso sea posible, no hoy. Capaz mañana, pero lo dudo. Últimamente funciono así: las voces, las preguntas, los interrogatorios empiezan cuando estoy sola, porque cuando estoy sola tengo la chance de pensar en mí misma, como persona, en vez de pensar en mí como parte de algo más. Pero supongo que es mentira, porque lo que pienso de mi misma está arraigado a lo demás. Es demasiado complicado esto. Extraño poder vomitar palabras y sentimientos y pensamientos y sensasiones sin sentir la necesidad de andar atajándome. Siento que vengo construyendo una estructura muy linda, de esas que la gente admira y que hace que los demás suspiren cuando la miran, pero ahora que me acerco, siento que está hecha con cartas de póker, y que el aire que salga de mi boca al decir las cosas puede amenazar su estabilidad. Siento que ni bien abra la boca, los inquilinos van a salir corriendo despavoridos, sintiéndose amenazados por las estúpidas e inocentes palabras que estoy evitando pronunciar. ¿Qué dijimos de las palabras grandes? Básicamente, siento que lo que pienso me va a jugar en contra. Siento que estoy a dos minutos de ganar el partido, pero pasé a penales, y entre la euforia, la adrenalina y la felicidad, me equivoqué de arco y estoy pateando contra mi propio arquero y voy a perder al final. Siento que puedo ver a todos mis jugadores en cámara lenta gritándome que frene, que me detenga, pero los gritos de las voces que no quiero escuchar son más fuertes y los cánticos apoyan a mi eterno rival. En serio, ¿qué dijimos de las palabras grandes? Básicamente, siento que lo que sea que diga puede y va a ser usado en mi contra, porque es así como funciona.
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