Odio sentir que no puedo respirar, pero saber a nivel consciente que lo estoy haciendo. Odio sentir que mi corazón se contrae y relaja el doble de las veces que debería de por segundo. Odio no saber si lo causa el miedo, la resignación, la soledad o qué tipo de dolor. Odio que duela. Odio todo lo que yo implico en este momento.
Odio terminar en estas situaciones tan fácilmente. Estas circunstancias me hacen sentir débil y frágil y yo sé que no soy ninguna de esas dos cosas. Terminar encerrada en el baño, llorando, necesitando estar sola pero rogando con la voz que no me sale usar para gritar compañía... Todo esto es demasiado. Odio a J.B. pero no le desearía esto ni a él.
Siempre odie no poder ni saber pedir ayuda.
Maldigo a la yo de quince años que decidió que no comer, y/o vomitar la poca comida ingerida y cortarse las muñecas era fantástica idea. La odio. Espero que en la próxima vida en la que esa pendeja de quince años no evolucione a ser quién yo soy, se muera.
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