Lo peor son ciertos momentos clave en los cuales un cigarrillo sería la perfecta compañía: al levantarse, al haber terminado una comida, etc. Hay momentos que de repente están vacíos porque los venía llenando con humo y cigarrillos y ahí es cuando más cuesta.
La primera noche sin fumar fue un éxito. Costó más que nada hoy cuando me desperté y la lluvia había arrasado con la conexión de internet y yo no podía volver a dormirme. Pasé dos horas peleándome conmigo misma para no fumar, pero eventualmente logré dormirme. La peor, y lo que hace que la victoria tenga un sabor más dulce, es que la noche fue una noche de mierda. Soñé cosas feas a montones y usualmente eso me habría hecho querer fumarme al menos dos cigarrillos entre sueños. Por hoy, puedo decir que gané yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario