Hace frío. La frazada me sirve de refugio y, mientras me acaricia la piel desprotegida, no puedo evitar pensar cuánto me gustaría que estés acá.
Quiero sentir tus labios gritar en silencio, presionados contra los míos. Quiero respirar tu aliento.
Cierro los ojos y te imagino. Nunca tuve un deseo más lindo.
Acercate. Refugiate conmigo.
Dejame quemarte. Consumite conmigo.
Rendite a la situación. Dejame ser tu abrigo.
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