Necesito que alguien me explique el Big Bang de nuevo,
porque a medida que pasa el tiempo,
más me convenzo de que el mundo -mi mundo-,
empezó con sus besos.
Expliquenmé que la lluvia no es sólo una excusa
para pasar el día con él en la cama,
con sus pies bailando entre los míos bajo la sábana.
A esta altura, lo único que sé es que el tiempo pasa.
Mentira, no pasa.
Las horas vuelan mientras yo me pierdo en su mirada,
y las agujas del reloj se paran cuando entre nosotros dos hay distancia.
Yo estas cosas las sabía.
Sabía historia;
recordaba fechas y lugares y quién había ganado cada batalla.
Sin embargo, ahora me encuentro con que la única guerra de la que sé
es esa misma que yo peleo contra estos sentimientos que tengo por él.
Yo sé que estoy hecha de materia,
que soy un conjunto de células,
que mi cuerpo está compuesto por un montón de huesos y sistemas,
pero, aún así, sin sus ojos, sin sus palabras,
sin sus dedos en los huecos de los míos,
sin su cuerpo desnudo en mi cama,
bien podría no ser nada.
Esto empezó como el viaje de una chica de unos veintitantos intentando dejar de fumar. Ahora es como un diario íntimo. Esperen incoherencia, ira, frustración, cosas lindas y capaz que un par de cosas sexuales. Lean a su riesgo.
domingo, 11 de noviembre de 2012
domingo, 14 de octubre de 2012
Hacen de mí un cuarto para jugar.
Quiero gritar.
Un grito ahogado capaz. Con eso me alcanza.
Uno que no despierte a nadie, ni que moleste.
Uno que libere la tensión que forma este nudo en mi garganta.
Quiero llorar.
Llorar hasta que mis ojos no duelan más. Hasta que no me sienta mal.
Las palabras duelen, pero ¿y el silencio, qué?
El silencio calla, esconde, pero grita tantas cosas: cosas que no quiero escuchar.
Estoy harta de las cuentas regresivas, por todo lo que implican.
Veintiún horas, cincuenta y ocho minutos.
Veintisiete días.
Seiscientas cuarenta y seis horas.
No quiero ni contar los segundos. Los segundos lo harían más real, menos distante.
¿Cuántas veces me puedo quebrar?
Una, o dos. O mil. ¿A qué velocidad?
Hoy me callo, pero no me quiero callar.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
No sirvió.
El cuarenta y nueve tiene que ser un cuarenta y tres, pero el cuarenta y tres me puede hacer mal.
¿Peor que esto?
Odio esta enfermedad.
Dos pedazos de tela: son sólo eso, nada más.
Dos pedazos de tela que me recuerdan lo que fui, lo que no voy a ser.
Me recuerdan lo que ya no puedo ser.
Aunque poder puedo, pero no quiero.
Aunque querer quiero, pero sé que no debo, por lo tanto parte de mí me convence de que no lo quiero.
No quiero estar mal.
No quiero estar acá.
Quiero salir a la calle y pintar una pared.
Quiero suene mi teléfono, aunque yo sé que no puede sonar.
Escribir ayuda, por ahora.
¿Y mañana?
Mañana veré.
Hoy duermo.
Inseguridades, alejensé.
Un grito ahogado capaz. Con eso me alcanza.
Uno que no despierte a nadie, ni que moleste.
Uno que libere la tensión que forma este nudo en mi garganta.
Quiero llorar.
Llorar hasta que mis ojos no duelan más. Hasta que no me sienta mal.
Las palabras duelen, pero ¿y el silencio, qué?
El silencio calla, esconde, pero grita tantas cosas: cosas que no quiero escuchar.
Estoy harta de las cuentas regresivas, por todo lo que implican.
Veintiún horas, cincuenta y ocho minutos.
Veintisiete días.
Seiscientas cuarenta y seis horas.
No quiero ni contar los segundos. Los segundos lo harían más real, menos distante.
¿Cuántas veces me puedo quebrar?
Una, o dos. O mil. ¿A qué velocidad?
Hoy me callo, pero no me quiero callar.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
No sirvió.
El cuarenta y nueve tiene que ser un cuarenta y tres, pero el cuarenta y tres me puede hacer mal.
¿Peor que esto?
Odio esta enfermedad.
Dos pedazos de tela: son sólo eso, nada más.
Dos pedazos de tela que me recuerdan lo que fui, lo que no voy a ser.
Me recuerdan lo que ya no puedo ser.
Aunque poder puedo, pero no quiero.
Aunque querer quiero, pero sé que no debo, por lo tanto parte de mí me convence de que no lo quiero.
No quiero estar mal.
No quiero estar acá.
Quiero salir a la calle y pintar una pared.
Quiero suene mi teléfono, aunque yo sé que no puede sonar.
Escribir ayuda, por ahora.
¿Y mañana?
Mañana veré.
Hoy duermo.
Inseguridades, alejensé.
No me llores. No me sufras. No me busques en rincones, ni me esperes en la penumbra. No me hables. No me escribas. No me pienses pero, por favor, no me ignores.
No me cuentes. No me recuerdes en las cartas del destino, ni en un clip que encontraste en el piso, hace rato ya caído. No me mires. No me sigas. Pero, por Dios, no te olvides.
No me cuentes. No me recuerdes en las cartas del destino, ni en un clip que encontraste en el piso, hace rato ya caído. No me mires. No me sigas. Pero, por Dios, no te olvides.
domingo, 7 de octubre de 2012
A las palabras se las lleva el viento.
Todos tenemos nuestros días, y hoy es el tuyo. Hoy te recuerdo y te sufro, y leo las miles de palabras que escribiste que ya no vas a escribir más. Cierro los ojos y repaso el color de tus ojos, e intento oír el sonido de tu voz, para no olvidar. No quiero olvidar el eco de las risas, ni lo que sentí la primera vez que te escuche tocar la guitarra. Se sentía tan para mí, sólo para mí. Éramos dos almas perdidas en un mundo lleno de personas, que se encontraron. Hoy no quiero olvidar que dos personas pueden cruzar caminos como nuestras vidas lo hicieron. No quiero olvidar tus imperfecciones (que eran muchas), ni tus virtudes (que capaz eran menos, pero tanto más fuertes). No quiero olvidar todo lo que compartimos, a pesar de la distancia, ni la distancia que había cuando compartíamos el mismo lugar. Seguís siendo co-piloto en mi vida, aunque ahora no estás. Seguís siendo parte de mis decisiones, aunque ya vos no las puedas tomar. Mis lágrimas siguen teniendo tu nombre, aunque hayan disminuido en cantidad. Ya no te sufro al principio de cada mañana, en vez te festejo cada noche. Porque cada noche que pasa, es una noche menos sin vos. Un día más cerca de encontrarnos de nuevo, sea como sea.
Ya no compartimos salidas, ni experiencias, ni lecciones de vida. Ya no compartimos amigos, ni viajes, ni charlas. Ya no compartimos nada. Sin embargo, yo te comparto todo. Te comparto mi avance, mi cariño, mis letras (aún esas que duelen al leerlas).
Hoy no es mi día; hoy es tuyo. Es el día de recordarte, para no dejarte escapar entre los espacios de los dedos del tiempo.
Aunque hoy no estés, y capaz nunca más vayas a estar, sos parte de mí y siempre lo vas a ser. Aunque me duela, aunque parte de mí no lo quiera, aunque preferiría odiarte por dejarme sola en esta aventura y obligarme a vivirla.
Ya no compartimos salidas, ni experiencias, ni lecciones de vida. Ya no compartimos amigos, ni viajes, ni charlas. Ya no compartimos nada. Sin embargo, yo te comparto todo. Te comparto mi avance, mi cariño, mis letras (aún esas que duelen al leerlas).
Hoy no es mi día; hoy es tuyo. Es el día de recordarte, para no dejarte escapar entre los espacios de los dedos del tiempo.
Aunque hoy no estés, y capaz nunca más vayas a estar, sos parte de mí y siempre lo vas a ser. Aunque me duela, aunque parte de mí no lo quiera, aunque preferiría odiarte por dejarme sola en esta aventura y obligarme a vivirla.
jueves, 27 de septiembre de 2012
domingo, 23 de septiembre de 2012
2.0
Sos la gota que derramó mi vaso, la piedra en mi zapato. Fuiste el villano en mi historia, y yo te confundí por un príncipe enmascarado. Te pensé, equivocada, como un descanso. Fuiste una piedra obstruyendo el paso. Hasta el día de hoy te tengo marcado. Tatuado en mi piel y grabado en mis párpados. Sos una mancha en mis palabras; la niebla que nubla la vista al mirar hacia el futuro que, después de vos, me he ganado.
Podría odiarte, pero no lo hago.
Sos condescendencia y sos error. Sos llanto y sos dolor. Llevo las cicatrices de tu guerra en mi corazón. Sos el crimen, la sentencia y la condena, pero más que nada una lección.
Que no se mueva no significa que esté muerto. Que brille no lo hace oro.
Todos somos lobos.
Hay sapos que, aún besados, siguen siendo sapos.
Podría odiarte, pero no lo hago.
Sos condescendencia y sos error. Sos llanto y sos dolor. Llevo las cicatrices de tu guerra en mi corazón. Sos el crimen, la sentencia y la condena, pero más que nada una lección.
Que no se mueva no significa que esté muerto. Que brille no lo hace oro.
Todos somos lobos.
Hay sapos que, aún besados, siguen siendo sapos.
It's a colorful ditch to begin with
A veces, las mejores ideas o conclusiones llegan a mí cuando estoy ebria. Sé que suena iluso y probablemente cualquier cosa que salga de mi cabeza alcoholizada sea gravemente dañina para el bienestar de mi persona hablando a futuro, pero no. A veces funciona al revés porque, al estar con un cierto nivel de alcohol en sangre. borro la parte de mí que pone a todos como prioridad por encima mío y me permito ser egoísta y pienso las cosas como yo las quiero y como yo las necesito.
Bueno, ayer fue así.
Bueno, ayer fue así.
sábado, 22 de septiembre de 2012
Racionalidad aplicada a cuestiones del corazón
A veces sumo dos mas dos, esperando que de cinco. Eventualmente voy a poder doblar los números y la realidad y lograrlo, pero hoy no. Hoy estoy segura de que mi respuesta va a ser la de siempre.
Es un patrón. Es lógica pura. Es racionalidad aplicada incorrecta e injustamente a cuestiones del corazón. Hay una ecuación, en la cual nosotros somos las variables que ordenan los puntos en el plano y le dan lugar a la misma parábola de siempre. Porque todas las parábolas son semejantes; es únicamente la escala la que crea la ilusión y le da otra apariencia para diferenciarlas entre sí.
Hoy me quedo con la ilusión de que esta parábola es diferente.
Hago de cuenta que no sé cómo terminaré de graficarla por más que sé dónde cae cada punto en el eje de coordenadas.
Hoy cierro los ojos y grito, como estúpida, que a veces dos mas dos puede ser cinco, porque el cuatro es un número ya demasiado conocido, y no quiero volver a sufrirlo.
Porque lo racional,
lo calculado,
lo medido,
lo correcto,
siempre me deja tirada en lo negativo.
O capaz es al revés.
Es un patrón. Es lógica pura. Es racionalidad aplicada incorrecta e injustamente a cuestiones del corazón. Hay una ecuación, en la cual nosotros somos las variables que ordenan los puntos en el plano y le dan lugar a la misma parábola de siempre. Porque todas las parábolas son semejantes; es únicamente la escala la que crea la ilusión y le da otra apariencia para diferenciarlas entre sí.
Hoy me quedo con la ilusión de que esta parábola es diferente.
Hago de cuenta que no sé cómo terminaré de graficarla por más que sé dónde cae cada punto en el eje de coordenadas.
Hoy cierro los ojos y grito, como estúpida, que a veces dos mas dos puede ser cinco, porque el cuatro es un número ya demasiado conocido, y no quiero volver a sufrirlo.
Porque lo racional,
lo calculado,
lo medido,
lo correcto,
siempre me deja tirada en lo negativo.
O capaz es al revés.
domingo, 16 de septiembre de 2012
El mito de la caverna.
A veces pienso que es injusto que yo esté acá. A los quince años empecé con la depresión y desde entonces no pude escapar. Suena realmente injusto. La depresión parece ser algo que, de ocurrir, debería ser sufrida únicamente por gente grande, gente que se ha dado el gusto de vivir y se ha equivocado y ha tomado malos caminos a consciencia de lo que hacía. Pero, ¿a los quince? Realmente no recuerdo haber tomado tan malas decisiones a nivel consciente. Mis equivocaciones siempre fueron errores que yo no decidí cometer, sino que me enseñaron que tenía que hacer. ¿Por qué ser castigada por algo que, de haber podido elegir, no habría hecho? Suena injusto, o al menos lo hace cuando me lo explico a mí misma en voz alta. Aún al día de hoy, estoy castigada a vivir con esa(s) enfermedad(es) que adquirí a tan temprana edad. Realmente no recuerdo haberme mandado una cagada de tal dimensión a consciencia de lo que hacía como para recibir tal castigo. Pero la verdad es que tengo que vivir con lo que tengo, que es esto. Sea injusto o no, es lo que me fue dado, con lo que crecí. Me acostumbré y lo doy por sentado. Haga lo que haga, la depresión siempre está en mí. La anorexia y los cortes siempre van a ser mi primera respuesta, aunque al final termine optando por otra menos dañina. ¿Por qué? Porque son un mal conocido. Llevo años cavando un pozo. A veces siento que me acerco a la salida, pero justo entonces me agarro de una piedra suelta sobre la pared y caigo nuevamente.
Ayer pensaba sobre esto, y sobre lo importante que es pedir ayuda. Es más fácil salir de un pozo profundo si alguien te tira una soga, que intentando trepar por las paredes débiles que uno mismo construyo en el viaje. Pero la cuestión es, ¿podría realmente salir?
No sé si la conocen o se acuerdan, pero ayer, intentando responderme esto, pensé en la alegoría de Platón. Básicamente, esta alegoría es la historia (ficticia) un grupo de personas que vivieron toda su vida encadenados de los pies y el cuello en oscuridad, siendo forzados a mirar fijo a una pared, la pared contraria a la de la salida de la cueva. En esa pared ellos veían las sombras de objetos extraños y de los hombres libres que caminaban por la caverna, cortesía de una hoguera que estaba lejos de donde los prisioneros estaban. Habiendo sido criados en la oscuridad, sólo conociendo esas sombras y hasta atribuyéndoles a las sombras mismas las voces de los hombres de la caverna, realmente era inconcebible una realidad más allá de eso. Un día, por alguna razón, uno de los prisioneros es liberado y obligado a caminar hacia la luz y ver la verdad detrás de todo lo que antes conocía como verdadero. Siendo obligado a fijar su vista sobre la luz, los ojos le duelen al principio y le toma una cantidad de tiempo importante acostumbrarse a lo que ve.
Mi miedo es ese. Llevo tanto tiempo viviendo en un espacio chico, oscuro, siendo prisionera de mí misma, que tengo miedo de salir y que lo nuevo me ciegue. Tengo miedo de no poder acostumbrar los ojos y fallar, y en última instancia volver a mi prisión auto-impuesta y que eso tampoco se sienta verdad.
Ayer pensaba sobre esto, y sobre lo importante que es pedir ayuda. Es más fácil salir de un pozo profundo si alguien te tira una soga, que intentando trepar por las paredes débiles que uno mismo construyo en el viaje. Pero la cuestión es, ¿podría realmente salir?
No sé si la conocen o se acuerdan, pero ayer, intentando responderme esto, pensé en la alegoría de Platón. Básicamente, esta alegoría es la historia (ficticia) un grupo de personas que vivieron toda su vida encadenados de los pies y el cuello en oscuridad, siendo forzados a mirar fijo a una pared, la pared contraria a la de la salida de la cueva. En esa pared ellos veían las sombras de objetos extraños y de los hombres libres que caminaban por la caverna, cortesía de una hoguera que estaba lejos de donde los prisioneros estaban. Habiendo sido criados en la oscuridad, sólo conociendo esas sombras y hasta atribuyéndoles a las sombras mismas las voces de los hombres de la caverna, realmente era inconcebible una realidad más allá de eso. Un día, por alguna razón, uno de los prisioneros es liberado y obligado a caminar hacia la luz y ver la verdad detrás de todo lo que antes conocía como verdadero. Siendo obligado a fijar su vista sobre la luz, los ojos le duelen al principio y le toma una cantidad de tiempo importante acostumbrarse a lo que ve.
Mi miedo es ese. Llevo tanto tiempo viviendo en un espacio chico, oscuro, siendo prisionera de mí misma, que tengo miedo de salir y que lo nuevo me ciegue. Tengo miedo de no poder acostumbrar los ojos y fallar, y en última instancia volver a mi prisión auto-impuesta y que eso tampoco se sienta verdad.
martes, 11 de septiembre de 2012
Sé que esto va a sonar a una forrada, pero es verdad.
A veces veo que la gente se queja tanto de tantas cosas que tranquila y fácilmente podrían cambiar, y me dan ganas de atravesar un vidrio con su cabeza.
Yo sé que he estado en esa posición en el pasado, pero bueno... Hice algo. No siempre hice lo correcto, pero lo hice.
Cuando me creía gorda, recurrí a la anorexia. Cuando me odiaba a mí misma, cambié las cosas que me hacían odiarme. Cuando me harté de la gente que me rodeaba, me alejé o las empujé de mi vida. Cuando tuve problemas con mi dependencia, busque los medios para lograr escaparme. Cuando tuve problemas con mis viejos, conseguí un trabajo, gané plata y me mudé.
Cuando tuve problemas con el alcohol, lo dejé. Cuando descubrí que cierta gente era mala influencia en mi vida, dejé de dejar que me cambiaran o las erradiqué.
Insisto, no digo que haya tomado las mejores decisiones de vida. Me gustaría haber empezado a hacer dieta y ejercicio en vez de recurrir a la anorexia. Me gustaría no haberme empezado a cortar para tocar fondo y descubrir qué era lo que quería cambiar. Me gustaría no haber dejado que cierta gente entrara a mi vida. Me gustaría no haber recurrido al alcohol en primera instancia. Me gustaría haber podido mencionar la palabra "alcoholismo" antes. Tantas cosa me gustaría haber hecho diferentes. Pero al menos sé que hice algo.
La decisión es de cada uno de nosotros. Podes dejar que la vida te siga golpeando, o podes pararte y frenarlo de a poquito. Sos fuerte, seas quien seas. Toma tiempo; no pasa por arte de magia, pero se puede. Se puede salir a flote. Se puede aunque sea llegar al estado de conformidad hasta que puedas al menos contemplar la idea de la felicidad. Pero si nosotros no decidimos cambiar las cosas, no podemos esperar que cambien solas. Si las cosas siguen igual, es por falta de voluntad para que dejen de serlo, así que no vale quejarse de algo más que de nosotros.
A veces veo que la gente se queja tanto de tantas cosas que tranquila y fácilmente podrían cambiar, y me dan ganas de atravesar un vidrio con su cabeza.
Yo sé que he estado en esa posición en el pasado, pero bueno... Hice algo. No siempre hice lo correcto, pero lo hice.
Cuando me creía gorda, recurrí a la anorexia. Cuando me odiaba a mí misma, cambié las cosas que me hacían odiarme. Cuando me harté de la gente que me rodeaba, me alejé o las empujé de mi vida. Cuando tuve problemas con mi dependencia, busque los medios para lograr escaparme. Cuando tuve problemas con mis viejos, conseguí un trabajo, gané plata y me mudé.
Cuando tuve problemas con el alcohol, lo dejé. Cuando descubrí que cierta gente era mala influencia en mi vida, dejé de dejar que me cambiaran o las erradiqué.
Insisto, no digo que haya tomado las mejores decisiones de vida. Me gustaría haber empezado a hacer dieta y ejercicio en vez de recurrir a la anorexia. Me gustaría no haberme empezado a cortar para tocar fondo y descubrir qué era lo que quería cambiar. Me gustaría no haber dejado que cierta gente entrara a mi vida. Me gustaría no haber recurrido al alcohol en primera instancia. Me gustaría haber podido mencionar la palabra "alcoholismo" antes. Tantas cosa me gustaría haber hecho diferentes. Pero al menos sé que hice algo.
La decisión es de cada uno de nosotros. Podes dejar que la vida te siga golpeando, o podes pararte y frenarlo de a poquito. Sos fuerte, seas quien seas. Toma tiempo; no pasa por arte de magia, pero se puede. Se puede salir a flote. Se puede aunque sea llegar al estado de conformidad hasta que puedas al menos contemplar la idea de la felicidad. Pero si nosotros no decidimos cambiar las cosas, no podemos esperar que cambien solas. Si las cosas siguen igual, es por falta de voluntad para que dejen de serlo, así que no vale quejarse de algo más que de nosotros.
Te falta calle, mi amor.
Te falta vida.
Te lo digo así porque aparentemente es la única manera para que me prestes atención.
Porque hablarte a vos es hablarle a oídos sordos.
Hay ciertas cosas que me colmaron la paciencia,
cierta gente incluso me atrevería a decir.
Calmate un toque, cariño.
Hay cosas muchísimo peores.
No te ahogues en un vaso de agua que en realidad es una gota.
Dale la espalda a las pelotudeces que te agobian.
Me cansé.
Te falta vida.
Te lo digo así porque aparentemente es la única manera para que me prestes atención.
Porque hablarte a vos es hablarle a oídos sordos.
Hay ciertas cosas que me colmaron la paciencia,
cierta gente incluso me atrevería a decir.
Calmate un toque, cariño.
Hay cosas muchísimo peores.
No te ahogues en un vaso de agua que en realidad es una gota.
Dale la espalda a las pelotudeces que te agobian.
Me cansé.
Just go with it
No lo iba a subir, pero bueno, las circunstancias lo ameritan.
Éste es para mí, en nombre de todos ellos.
En nombre del olvido que no olvida
y el pasado que piso todavía con cada paso que camino.
Es en nombre de aquel monaguillo que me dio historias para contar en fiestas de por vida.
En nombre de aquel pan de Dios,
ayuda Divina que llegó cuando me había dado por vencida.
Es en nombre de él que hoy uso el slogan pelotudo de L'Oreal y me digo: Yo lo valgo.
Es en nombre de aquel lobo estepario (sí, incluso de él)
que con sus inseguridades, sus traumas y sus heridas me pasó por encima,
cuyo nombre empieza con G y termina con O
y debo admitir que es lo que mejor aplica porque si hay algo que puedo decir de él
es que me jedeó.
Es en nombre de los kilómetros viajados a escondidas por un par de cogidas.
Es en nombre de aquel pobre corazón que no tuvo mejor idea
que llamarme su princesa y profesar su amor en la primera salida.
En nombre de aquel trabajador público que me ganó en un bar hablandomé de filosofía.
Esto me lo digo en nombre de mi ya alcanzada y destruida utopía.
En nombre de aquel chico que hizo de nuestra historia una película;
aquel que me sacó de la cornisa y me enseñó su amor con dulces melodías.
En nombre de aquel que no hace mucho me dijo que quería amar como me había amado a mí,
a otra chica.
Es en nombre de mi por siempre peor víctima:
aquel que por error o simpatía no me vio como otra más en un mundo de minas.
En nombre de su perseverancia, el alcohol, el porro y nuestras noches compartidas.
Es en nombre de aquellos que usualmente olvido,
cuyos nombres y rostros se perdieron en un el torbellino de noches con de todo un poco, menos alegría.
Y, finalmente, es en nombre de él:
aquel que recorre con sus dedos mis heridas,
que conoce todos mis mambos habidos y por haber y me cuida;
aquel que fiché en el mundo mágico de Internet
y que día a día sacude mis estanterías.
Así que éste es para mi, en nombre de todos ellos.
Para que la próxima noche en que mis inseguridades y mis miedos me dejen recluida,
recuerde que el ya gastado dicho tiene su cuota de razón:
siempre hay un roto, incluso para esta descocida.
Visitas.
Hola, inseguridades. No las extrañé. ¿La pasaron bien? Mil disculpas que les costó entrar por la puerta; es que la trabé. O eso intenté... Las ventanas, de hecho, también. Y sí, perdonen, también las bloqueé en Internet. Es sólo que sin ustedes me iba tan bien. No, no. No es que odie ver la realidad; es que ustedes tampoco me la dejaban ver. Pero bueno, pusieron sus trampas bien ubicadas y me hicieron caer. Está bien, sé admitir mis fallas cuando me toca perder. Sí, les pido perdón. ¡Pasen, pasen! Perdón que no limpié... Es que, mientras se fueron, aproveché. Pero no se preocupen; les hago un lugar, eh. Pueden acomodarse por acá adentro, si quieren. ¿Ok?
lunes, 10 de septiembre de 2012
El día se acerca, casi tanto que ya puedo empezar a contar las horas. El tiempo pasa y yo me limito a tener miedo. Parte de mí dice que debería sufrirlo; la otra parte, que debería de festejarlo.
Ya casi pasó un año. ¿Estará el día marcado también en su calendario?
Ojalá no me acordara, pero me acuerdo. Me acuerdo de qué pasó, cómo, cuándo y dónde. Me acuerdo de la resignación y el decline.
No sé cómo será en cuestión de días, pero hoy gana la parte de mi que se alegra.
Pasó ya casi un año. Un año entero. Trescientos sesenta y cinco días en los que la gran mayoría pasé sufriendo. Trescientos sesenta y dos días, para ser exacta... ¿Cuántos de esos pasé pensando en y previendo este día?
Hoy festejo su ausencia. Hoy lo considero una victoria simplemente por el hecho que pasé por tanto en estos trescientos sesenta y dos días que me alegra (y me sorprende) estar acá viva.
Te sobreviví. Nos sobreviví. Y planeo seguirlo haciendo.
No por vos, sino por mí. No quiero una vida conformista, pensando en lo que podría haber sido mejor.
Gané la pelea. Cerré la puerta. Todavía lo quiero, pero no conmigo.
Hoy festejo en nombre de aquella chica pelotuda que fui en nombre de él: la que salía seis veces a la semana, la que ahogaba las penas con alcohol, la que borraba su nombre con drogas, y la que volvía a escribirlo con sangre. Hoy festejo porque viví un infierno y sigo soñando despierta, por más que hace trescientos sesenta y dos días la vida me haya dado todas las razones para creer que no había por qué.
Ya casi pasó un año. ¿Estará el día marcado también en su calendario?
Ojalá no me acordara, pero me acuerdo. Me acuerdo de qué pasó, cómo, cuándo y dónde. Me acuerdo de la resignación y el decline.
No sé cómo será en cuestión de días, pero hoy gana la parte de mi que se alegra.
Pasó ya casi un año. Un año entero. Trescientos sesenta y cinco días en los que la gran mayoría pasé sufriendo. Trescientos sesenta y dos días, para ser exacta... ¿Cuántos de esos pasé pensando en y previendo este día?
Hoy festejo su ausencia. Hoy lo considero una victoria simplemente por el hecho que pasé por tanto en estos trescientos sesenta y dos días que me alegra (y me sorprende) estar acá viva.
Te sobreviví. Nos sobreviví. Y planeo seguirlo haciendo.
No por vos, sino por mí. No quiero una vida conformista, pensando en lo que podría haber sido mejor.
Gané la pelea. Cerré la puerta. Todavía lo quiero, pero no conmigo.
Hoy festejo en nombre de aquella chica pelotuda que fui en nombre de él: la que salía seis veces a la semana, la que ahogaba las penas con alcohol, la que borraba su nombre con drogas, y la que volvía a escribirlo con sangre. Hoy festejo porque viví un infierno y sigo soñando despierta, por más que hace trescientos sesenta y dos días la vida me haya dado todas las razones para creer que no había por qué.
jueves, 6 de septiembre de 2012
On the bright side.
Me voy a concentrar en las cosas buenas por unos minutos, si la vida me lo permite. Ejerciendo la fuerza que tengo, voy a pensar en lo lindo de la vida y ahuyentar lo feo, simplemente porque puedo. Está en uno hacer de un día uno bueno... ¿No? ¿Empezamos?
Empecemos.
Me gusta el crujido de las hojas de otoño bajo mis botas, y apagar un cigarrillo fríamente con el taco de mis zapatos. Me gusta sentir el humo de un café recién hecho en la nariz, y respirar y oler dentro de la taza. Me gusta despertarme cinco minutos después de que sonó la alarma por mi cuenta. Me gusta despertarme a un mensaje de texto con palabras escritas que no tienen nada que ver con nada. Me gusta dormirme sintiendo la respiración de alguien en mi cuello. Me gusta sentirme a salvo entre los brazos de alguien. Me gustan los recuerdos de algo lindo que se convirtió en algo feo cuando me hacen sonreír y agradecer por lo que actualmente tengo. Me gusta sigilosamente colar papeles en las pertenencias de mis amigos o mi pareja con mensajes lindos y que sepa que van a robarles una sonrisa. Me gusta escuchar música viajando en el subte y cantar soñando despierta con tener una banda. Me gusta cerrar los ojos e imaginarme mi película o un videoclip. Me gusta soñar con publicar mi libro ya escrito. Me gusta mirar a mi perro cuando se tira en frente mío para que le haga mimos tras un día entero de no vernos. Me gusta abrir la heladera y que esté llena. Me gusta cuando tengo antojos a las tres de la mañana y abro un cajón y tengo un chocolate. Me gusta sentarme en un bar, cerca de la ventana, y mirar a las personas pasar e imaginarme a dónde van. Me gusta escuchar los ruidos de la ciudad a la noche, tranquila. Me gusta sentarme en mi balcón a las cinco de la mañana, cuando todavía está oscuro el día, y mirar cómo las calles están prácticamente vacías. Me gusta pensar en momentos así cómo hay ciertas cosas que no se detienen por más que no haya nadie que las admire o las espere, como los semáforos cambiando de rojo a amarillo y finalmente a verde por más que no haya un auto en la esquina de enfrente. Me gusta que jueguen con mi pelo. Me gusta ponerle ocho cucharadas de azúcar a una taza grande de café y no poder tomarme lo del fondo porque es demasiado dulce. Me gusta cuando me despierto temprano y me sorprenden con un café y medialunas. Me gusta tirarme acompañada en una terraza a mirar el cielo en silencio y sentir, preferentemente, el hilado de una frazada en mi espalda y mis brazos. Me gusta el ruido de la lluvia sobre un toldo. Me gusta cómo la luz se cuela por entre los agujeros de las persianas americanas. Me gusta cuando una canción me despierta en medio de un viaje largo y se asegura de que mi día empiece bien. Me gusta vestirme como oficinista una que otra vez. Me gusta el vodka y el ron, y tomarme cinco shots seguidos por el enojo en una noche y que nadie me juzgue (es posible). Me gusta tirarme en una bañadera llena con espuma con una copa de vino o coca en mano y una buena lista de reproducción sonando. Me gusta llorar en la ducha. Me gusta cantar en la vía pública. Me gusta cuando las circunstancias se dan para que un montón de cosas que me gusten se den juntas, como ahora que escucho la lluvia golpear sobre el traga luz de mi casa, y me concentro en el ruido producido por el golpear de mis teclas, y escucho afuera los colectivos y los perros, y disfruto un buen café. Me gusta el claqueteo de los tacos por la calle y, aún más, sobre los pisos de madera. Me gusta ese sentimiento que te queda después de ver una película muy buena o de haber leído un libro muy bueno. Me gusta poder cerrar los ojos y reproducir capítulos enteros de series de mi infancia, o cuando un aroma aleatorio me hace acordar a algo que me había olvidado. Me gusta hacer planes y luego descartarlos por algo más espontáneo. Me gusta cuando se rozan mis manos con las de alguien que me gusta y es completamente inocente y platónico. Me gusta pensar que alguien lee esto y piensa que a él o ella también le gustan las mismas cosas, porque me imagino que esa persona ahora sabe que no está sola. Me gusta pedir comida y que el chico del delivery sea lindo. Me gusta el helado de tramontana y me causa gracia que lo haya descubierto después de 20 años de vida. Me gusta ese momento de silencio después de un estallo de risas. Me gustan los viajes de veinticuatro horas. Me gusta conocer gente nueva en la calle, y ser buena con ellos, demostrándoles que todavía hay razones para tenerle fe a la humanidad. Me gusta cocinar, aunque disfruto más que otras personas disfruten lo que cociné. Me gusta el ruidito del papel de un caramelo al desenvolverlo. Me gusta poner los dedos en mi sien y sentir cómo se mueve mi mandíbula cuando mastico.
Hay muchas cosas que me gustan. Creo que hoy por hoy le ganan a las que no. Voy mejorando.
Empecemos.
Me gusta el crujido de las hojas de otoño bajo mis botas, y apagar un cigarrillo fríamente con el taco de mis zapatos. Me gusta sentir el humo de un café recién hecho en la nariz, y respirar y oler dentro de la taza. Me gusta despertarme cinco minutos después de que sonó la alarma por mi cuenta. Me gusta despertarme a un mensaje de texto con palabras escritas que no tienen nada que ver con nada. Me gusta dormirme sintiendo la respiración de alguien en mi cuello. Me gusta sentirme a salvo entre los brazos de alguien. Me gustan los recuerdos de algo lindo que se convirtió en algo feo cuando me hacen sonreír y agradecer por lo que actualmente tengo. Me gusta sigilosamente colar papeles en las pertenencias de mis amigos o mi pareja con mensajes lindos y que sepa que van a robarles una sonrisa. Me gusta escuchar música viajando en el subte y cantar soñando despierta con tener una banda. Me gusta cerrar los ojos e imaginarme mi película o un videoclip. Me gusta soñar con publicar mi libro ya escrito. Me gusta mirar a mi perro cuando se tira en frente mío para que le haga mimos tras un día entero de no vernos. Me gusta abrir la heladera y que esté llena. Me gusta cuando tengo antojos a las tres de la mañana y abro un cajón y tengo un chocolate. Me gusta sentarme en un bar, cerca de la ventana, y mirar a las personas pasar e imaginarme a dónde van. Me gusta escuchar los ruidos de la ciudad a la noche, tranquila. Me gusta sentarme en mi balcón a las cinco de la mañana, cuando todavía está oscuro el día, y mirar cómo las calles están prácticamente vacías. Me gusta pensar en momentos así cómo hay ciertas cosas que no se detienen por más que no haya nadie que las admire o las espere, como los semáforos cambiando de rojo a amarillo y finalmente a verde por más que no haya un auto en la esquina de enfrente. Me gusta que jueguen con mi pelo. Me gusta ponerle ocho cucharadas de azúcar a una taza grande de café y no poder tomarme lo del fondo porque es demasiado dulce. Me gusta cuando me despierto temprano y me sorprenden con un café y medialunas. Me gusta tirarme acompañada en una terraza a mirar el cielo en silencio y sentir, preferentemente, el hilado de una frazada en mi espalda y mis brazos. Me gusta el ruido de la lluvia sobre un toldo. Me gusta cómo la luz se cuela por entre los agujeros de las persianas americanas. Me gusta cuando una canción me despierta en medio de un viaje largo y se asegura de que mi día empiece bien. Me gusta vestirme como oficinista una que otra vez. Me gusta el vodka y el ron, y tomarme cinco shots seguidos por el enojo en una noche y que nadie me juzgue (es posible). Me gusta tirarme en una bañadera llena con espuma con una copa de vino o coca en mano y una buena lista de reproducción sonando. Me gusta llorar en la ducha. Me gusta cantar en la vía pública. Me gusta cuando las circunstancias se dan para que un montón de cosas que me gusten se den juntas, como ahora que escucho la lluvia golpear sobre el traga luz de mi casa, y me concentro en el ruido producido por el golpear de mis teclas, y escucho afuera los colectivos y los perros, y disfruto un buen café. Me gusta el claqueteo de los tacos por la calle y, aún más, sobre los pisos de madera. Me gusta ese sentimiento que te queda después de ver una película muy buena o de haber leído un libro muy bueno. Me gusta poder cerrar los ojos y reproducir capítulos enteros de series de mi infancia, o cuando un aroma aleatorio me hace acordar a algo que me había olvidado. Me gusta hacer planes y luego descartarlos por algo más espontáneo. Me gusta cuando se rozan mis manos con las de alguien que me gusta y es completamente inocente y platónico. Me gusta pensar que alguien lee esto y piensa que a él o ella también le gustan las mismas cosas, porque me imagino que esa persona ahora sabe que no está sola. Me gusta pedir comida y que el chico del delivery sea lindo. Me gusta el helado de tramontana y me causa gracia que lo haya descubierto después de 20 años de vida. Me gusta ese momento de silencio después de un estallo de risas. Me gustan los viajes de veinticuatro horas. Me gusta conocer gente nueva en la calle, y ser buena con ellos, demostrándoles que todavía hay razones para tenerle fe a la humanidad. Me gusta cocinar, aunque disfruto más que otras personas disfruten lo que cociné. Me gusta el ruidito del papel de un caramelo al desenvolverlo. Me gusta poner los dedos en mi sien y sentir cómo se mueve mi mandíbula cuando mastico.
Hay muchas cosas que me gustan. Creo que hoy por hoy le ganan a las que no. Voy mejorando.
Quiero dejar de llorar. Quiero dejar de estar mal.
Quiero volver al lunes cuando estaba contenta y era feliz.
Quiero que me dejes de insultar. Quiero querer odiarte.
¿Por qué no soy del tipo de persona que odia?
¿Por qué mierda eso que amo de mí misma me tiene que lastimar tanto a veces?
Necesito dejar de llorar.
Extraño a la Juli feliz.
Extraño que sea Viernes (concepto de hace dos años que probablemente nadie entienda).
Quiero que dejes de hablar sin que yo te tenga que callar.
¿Te olvidaste de todo lo que conocés de mí?
No es tan difícil:
Odio que me hagan esto.
Odio que usen mi cariño como arma de doble filo .
Diplomacia.
Me mentiste.
La respuesta para mi es no, pero para todo y todos los demás es sí.
Me mentiste al decirme que ojalá la respuesta para mí fuese diferente.
Me mentiste en eso, ¿y en que más?
Lo malo de que una mentira te lastime es que empezás a dudar de qué fue verdad.
La respuesta para mi es no, pero para todo y todos los demás es sí.
Me mentiste al decirme que ojalá la respuesta para mí fuese diferente.
Me mentiste en eso, ¿y en que más?
Lo malo de que una mentira te lastime es que empezás a dudar de qué fue verdad.
Nuestra relación fue un juego. Creo que si miro para atrás ahora entiendo que estábamos los dos constantemente tirando de una soga para lados opuestos. Los dos lastimados, apenas pudiendo mantenernos parados, usamos la poca fuerza que nos quedaba para tironear día tras día mientras nos convencíamos de que los dos tirábamos del mismo lado. En aquel entonces, me convenciste con tus sonrisas y me ganaste con tus besos. Los dos peleábamos la misma pelea. Los dos teníamos la misma meta y los mismos objetivos en mente. Que ilusos que fuimos.
Me rompiste. De a poco, con palabras y momentos falsos, me quebraste las rodillas y nuevamente caí al suelo. Consideré odiarte, pero pronto me encontré a misma decidiendo que no valía la pena ni eso. En vez, decidí odiarme a mí misma.
Me odié y me odié hasta que yo misma terminé de destruir lo que vos no habías destrozado ya. No había un futuro en el horizonte que mereciera ser visto. Me proclamé rota y vencida. Me catalogué como inútil, inservible, incapaz de amar y ser amada. Busqué todos mis errores y mis fallas, intentando ver lo que vos viste. Las miré por horas al espejo hasta que era lo único que había. No veía nada más. Era un manojo de nervios y cosas malas. Mi maquillaje estaba corrido, tenía sobrepeso, mi humor era una mierda, era una perra, era débil. A medida que pasaban las horas, las cosas malas se convertían en peores: era fea, estaba gorda, era castradora, necesitada y nunca me reía en los momentos indicados. Eso era yo. En eso me convertí porque por meses fue lo que pensaba vos veías al mirarme. ¿Quién me podría querer así? Estaba enferma. Tenía kilos y kilos de equipaje propio y, por encima, ahora te tenía a vos. Antes de que vos vivieras en mí, yo vivía en una constante montaña rusa de emociones. Después de que te fuiste, la montaña se detuvo y yo sólo estaba abajo: metros y metros bajo tierra. Me guardé mis emociones para mí misma y no hablé. No pedí ayuda porque quién iba a querer ayudar a alguien como yo.
El problema con embotellar todo es que eventualmente deja de haber espacio y el contenedor explota. Yo exploté. Exploté y me dieron la ayuda que rogaba me dieran con lágrimas y sollozos a la medianoche escondida en una habitación vacía.
Tomó tiempo pero me hicieron ver las cosas como eran. Sí, tenía mis fallas, pero también mis cosas buenas.
"Sos fuerte. Sobreviviste a un montón de cosas feas y nunca te dejaste ganar. No dejes que el te gane. No estás gorda, estás enferma. Vos te ves mal, pero yo te veo bien. No te dejes atrapar de nuevo por la anorexia. No te embebas, no te pierdas en un viaje. Vos podés."
Era un disco rayado que yo no podía darme el gusto de dejar de escuchar. Lo necesitaba escuchar hasta que por fin me pudiese convencer de que algo de razón había tras esas palabras. Eventualmente, con tiempo, trabajo y esfuerzo, lo logré. Me curé de vos. Me curé de tu cáncer. Me convencí de que no era yo la que no podía con el amor: ese eras vos. Vos con tus barreras y tus miedos. Vos no podías, en parte porque no querías, ni merecías ser amado. No merecías mis cosas buenas, por eso nunca las viste. Era más fácil pensar que yo era todo lo malo que verte al espejo y notar tus fallas, porque eran muchas.
Y hoy volviste. Hoy volviste con tus inseguridades y trajiste las mías envueltas en papel hermoso, esperando que yo las abra. Hoy revolviste en mí y me dejaste nauseabunda, herida y pensando nuevamente en lo rota que estoy. Tan rota.
No necesito que me cosan. No necesito que me cuiden.
Soy fuerte. Sobreviví a un montón de cosas malas, y nunca me dejé ganar. No voy a dejar que vos me ganes. No estoy gorda, estoy enferma. Yo me veo mal, pero hay gente que me ve bien. No me voy a dejar atrapar de nuevo por la anorexia. No me voy a embeber, no me voy a perder en un viaje. Yo puedo.
Pero necesito ayuda.
Me rompiste. De a poco, con palabras y momentos falsos, me quebraste las rodillas y nuevamente caí al suelo. Consideré odiarte, pero pronto me encontré a misma decidiendo que no valía la pena ni eso. En vez, decidí odiarme a mí misma.
Me odié y me odié hasta que yo misma terminé de destruir lo que vos no habías destrozado ya. No había un futuro en el horizonte que mereciera ser visto. Me proclamé rota y vencida. Me catalogué como inútil, inservible, incapaz de amar y ser amada. Busqué todos mis errores y mis fallas, intentando ver lo que vos viste. Las miré por horas al espejo hasta que era lo único que había. No veía nada más. Era un manojo de nervios y cosas malas. Mi maquillaje estaba corrido, tenía sobrepeso, mi humor era una mierda, era una perra, era débil. A medida que pasaban las horas, las cosas malas se convertían en peores: era fea, estaba gorda, era castradora, necesitada y nunca me reía en los momentos indicados. Eso era yo. En eso me convertí porque por meses fue lo que pensaba vos veías al mirarme. ¿Quién me podría querer así? Estaba enferma. Tenía kilos y kilos de equipaje propio y, por encima, ahora te tenía a vos. Antes de que vos vivieras en mí, yo vivía en una constante montaña rusa de emociones. Después de que te fuiste, la montaña se detuvo y yo sólo estaba abajo: metros y metros bajo tierra. Me guardé mis emociones para mí misma y no hablé. No pedí ayuda porque quién iba a querer ayudar a alguien como yo.
El problema con embotellar todo es que eventualmente deja de haber espacio y el contenedor explota. Yo exploté. Exploté y me dieron la ayuda que rogaba me dieran con lágrimas y sollozos a la medianoche escondida en una habitación vacía.
Tomó tiempo pero me hicieron ver las cosas como eran. Sí, tenía mis fallas, pero también mis cosas buenas.
"Sos fuerte. Sobreviviste a un montón de cosas feas y nunca te dejaste ganar. No dejes que el te gane. No estás gorda, estás enferma. Vos te ves mal, pero yo te veo bien. No te dejes atrapar de nuevo por la anorexia. No te embebas, no te pierdas en un viaje. Vos podés."
Era un disco rayado que yo no podía darme el gusto de dejar de escuchar. Lo necesitaba escuchar hasta que por fin me pudiese convencer de que algo de razón había tras esas palabras. Eventualmente, con tiempo, trabajo y esfuerzo, lo logré. Me curé de vos. Me curé de tu cáncer. Me convencí de que no era yo la que no podía con el amor: ese eras vos. Vos con tus barreras y tus miedos. Vos no podías, en parte porque no querías, ni merecías ser amado. No merecías mis cosas buenas, por eso nunca las viste. Era más fácil pensar que yo era todo lo malo que verte al espejo y notar tus fallas, porque eran muchas.
Y hoy volviste. Hoy volviste con tus inseguridades y trajiste las mías envueltas en papel hermoso, esperando que yo las abra. Hoy revolviste en mí y me dejaste nauseabunda, herida y pensando nuevamente en lo rota que estoy. Tan rota.
No necesito que me cosan. No necesito que me cuiden.
Soy fuerte. Sobreviví a un montón de cosas malas, y nunca me dejé ganar. No voy a dejar que vos me ganes. No estoy gorda, estoy enferma. Yo me veo mal, pero hay gente que me ve bien. No me voy a dejar atrapar de nuevo por la anorexia. No me voy a embeber, no me voy a perder en un viaje. Yo puedo.
Pero necesito ayuda.
No. No. No. No. No.
Este era mi refugio de vos.
No lo leas. No puedo saber que lo leés.
Mi pasado y mi presente no pueden chocar. No quiero que choquen.
Por algo abrí esto. Por algo me fui de donde mi pasado estaba plasmado.
No te quiero acá.
Pido respeto por todas esas veces que no me respetaste y te pasaste por el traste lo que yo te pedía.
Te pedí cariño, y me lo negaste.
Te pedí un futuro, y me lo destruiste en mi cara.
Te pedí silencios que gritaran, y vos no paraste de pasarme tu monótono ruido blanco al oído.
Te pedí sueños y conejitos blancos y vos me diste una pesadilla despierta que duró meses y meses donde había sólo monstruos que me había prometido que quería dejar atrás.
Andate.
Apelo al amor que dijiste que sentías por mí y te pido que por favor no me destruyas esto que estoy construyendo sin vos.
Sin tu odio por vos mismo. Sin tus inseguridades y las que proyectaste y creaste en mí.
Dejame ir. Necesito irme. Necesito que no estés.
Por favor.
Este era mi refugio de vos.
No lo leas. No puedo saber que lo leés.
Mi pasado y mi presente no pueden chocar. No quiero que choquen.
Por algo abrí esto. Por algo me fui de donde mi pasado estaba plasmado.
No te quiero acá.
Pido respeto por todas esas veces que no me respetaste y te pasaste por el traste lo que yo te pedía.
Te pedí cariño, y me lo negaste.
Te pedí un futuro, y me lo destruiste en mi cara.
Te pedí silencios que gritaran, y vos no paraste de pasarme tu monótono ruido blanco al oído.
Te pedí sueños y conejitos blancos y vos me diste una pesadilla despierta que duró meses y meses donde había sólo monstruos que me había prometido que quería dejar atrás.
Andate.
Apelo al amor que dijiste que sentías por mí y te pido que por favor no me destruyas esto que estoy construyendo sin vos.
Sin tu odio por vos mismo. Sin tus inseguridades y las que proyectaste y creaste en mí.
Dejame ir. Necesito irme. Necesito que no estés.
Por favor.
Emmmm
Quiero escribir algo. Pero no puedo...
Quiero escribir eso pero no quiero.
No puedo.
Pero sin embargo, quiero.
La vida es complicada, muchachos.
La vida es una perra.
La vida es un hombre bi-curioso confundido que te llama a las doce de la noche un viernes antes de salir para coger y después te dice que le gusta tu mejor amigo, pero que te ama a vos también.
Todavía quiero decirlo pero me lo callo.
A veces agradezco que este no sea mi único espacio en internet y que todavía puedo tener mis ciertos secretos.
La vida es una gran hija de puta que te hace hacer cosas que no querés, por motivos que odias, para probablemente terminar logrando cosas que no te van a gustar.
Curtite, puta :) -le digo a la vida-.
Quiero escribir eso pero no quiero.
No puedo.
Pero sin embargo, quiero.
La vida es complicada, muchachos.
La vida es una perra.
A veces agradezco que este no sea mi único espacio en internet y que todavía puedo tener mis ciertos secretos.
La vida es una gran hija de puta que te hace hacer cosas que no querés, por motivos que odias, para probablemente terminar logrando cosas que no te van a gustar.
Curtite, puta :) -le digo a la vida-.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Me despierto con diez minutos de sobra antes que suene la alarma. Pocas cosas son más irritantes que esto. No sólo no me vuelvo volver a dormir, sino que mi mente se esmera por medir cuidadosamente los minutos para intentar predecir el décimo y adelantarme a la alarma una vez más. No funciona. Para cuando la alarma sí suena, mis ojos me ruegan que la ignore y me vuelva a dormir, pero no funciona así. Aprieto el botón y la atraso veinte minutos, esperando que sirva de algo, pero me termino adentrando nuevamente a ese circulo vicioso de contar minutos en vez de animales y me alejo cada vez más de los sueños. El único problema es que eso funciona durante esos veinte minutos. Cuando se acaban y suena ese horrible sonido de nuevo, haciendo eco en mi cabeza, el sueño volvió. Es como un adolescente rebelde que no quiere hacer algo hasta que no le dicen que está prohibido.
I'm sorry for wasting your time.
Venía bien, eh. Después de la noche en la oscuridad de ayer, hoy abrí los ojos y habría jurado que veía luz. Ilusa. ¿Eso? ¿Luz? Creo que eran mis ilusiones y esperanzas brillando con lo poco que les quedaban a través de mis ojos todavía con lagañas.
Juro que intenté evitarlo igual. Me dije a mí misma e incluso pronuncié las palabras para oídos ajenos: "hoy va a ser diferente. Hoy la remo." Hoy es un excelente ejemplo de la vida mirándote a los ojos y diciéndote, con voz de camionero, "CHUPALA." Hoy es uno de esos días en los cuales incluso la nena (o nene, no sé, vos fijate) en el espejo te dice:
- No. Hoy no la peleas un carajo. Hoy te reducís a posición fetal en tu cama fría y te conformás con sentirte como un nene de cuatro años, rogando que venga su madre para prender la luz del cuarto a la medianoche. Hoy no ves la luz del día y no sonreís y no te causa gracia una mierda. Hoy sos miserable. Mañana vemos como viene la cosa.
Así que ese es mi hoy. Son las tres de la tarde y yo sigo en mi cama. Las persianas están bajas y mi humor ni se imaginan. Internet no ayuda por encima. ¿Vieron cuando el mundo entero parece estar complotando en su contra para que absolutamente nada salga bien? Bueno... Igual, tan ilusa no soy. Soy demasiado chica e irrelevante como para que TODO el mundo esté en mi contra. Sin embargo, hoy, mi cabeza está en mi contra,, y eso es más que suficiente.
Juro que intenté evitarlo igual. Me dije a mí misma e incluso pronuncié las palabras para oídos ajenos: "hoy va a ser diferente. Hoy la remo." Hoy es un excelente ejemplo de la vida mirándote a los ojos y diciéndote, con voz de camionero, "CHUPALA." Hoy es uno de esos días en los cuales incluso la nena (o nene, no sé, vos fijate) en el espejo te dice:
- No. Hoy no la peleas un carajo. Hoy te reducís a posición fetal en tu cama fría y te conformás con sentirte como un nene de cuatro años, rogando que venga su madre para prender la luz del cuarto a la medianoche. Hoy no ves la luz del día y no sonreís y no te causa gracia una mierda. Hoy sos miserable. Mañana vemos como viene la cosa.
Así que ese es mi hoy. Son las tres de la tarde y yo sigo en mi cama. Las persianas están bajas y mi humor ni se imaginan. Internet no ayuda por encima. ¿Vieron cuando el mundo entero parece estar complotando en su contra para que absolutamente nada salga bien? Bueno... Igual, tan ilusa no soy. Soy demasiado chica e irrelevante como para que TODO el mundo esté en mi contra. Sin embargo, hoy, mi cabeza está en mi contra,, y eso es más que suficiente.
Time is never time at all
You can never ever leave without leaving a piece of youth
And our lives are forever changed
We will never be the same
The more you change the less you feel
Believe, believe in me, believe
That life can change, that you're not stuck in vain
We're not the same, we're different tonight
Tonight, so bright
Tonight, tonight, by Smashing pumpikns.
martes, 4 de septiembre de 2012
Sinsentido.
Ajjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj
Querido blog (en vez de querido diario):
Se inclinó la balanza y definitivamente no para bien.
En el peor momento, por encima.
Nada como ponerte a llorar mientras te delineas el ojo y pincharte con el pincel.
Oh, la vida.
En el peor momento, por encima.
Nada como ponerte a llorar mientras te delineas el ojo y pincharte con el pincel.
Oh, la vida.
Hoy.
No sé dónde estoy, sólo sé que no es allá, donde están ustedes.
Me miro y siento que soy un accidente a punto de pasar por no mirar por dónde estoy a punto de caminar.
Es uno de esos días en los que la vida te puede sorprender, para bien o para mal.
Cierro los ojos y espero que sea para lo primero.
Por ahora, la balanza está en equilibrio.
Todo me da lo mismo. Es igual.
En fin.
Me miro y siento que soy un accidente a punto de pasar por no mirar por dónde estoy a punto de caminar.
Es uno de esos días en los que la vida te puede sorprender, para bien o para mal.
Cierro los ojos y espero que sea para lo primero.
Por ahora, la balanza está en equilibrio.
Todo me da lo mismo. Es igual.
En fin.
Si me conoces.
Esto aplica para vos, seas quién seas. Si hablamos una vez en el chat, si te conozco desde que tengo tres, si somos nuevos amigos, si somos relativamente viejos amigos. Aplica si ya no nos hablamos, si sufrimos juntos, si reímos juntos, si compartimos una mirada cómplice hace diez años o hace dos días. Esto aplica a vos, seas quién seas, si estás o querés estar en mi vida. Esto es un contrato.
De mi parte, te doy lo que necesites. Si son las seis de la mañana, estás a kilómetros de distancia y necesitás a alguien, estoy. Siempre estoy, porque si estás y querés estar en mi vida, no hay límites. Si necesitás con quién llorar, si necesitas un hombro sobre el cual tirarte a dormir, si necesitás compañía en silencio, estoy.
Si estás y estoy, aplica decirte una cosa que capaz no te digo seguido: te quiero.
Igual, el "te quiero" no es ni suficiente ni lo único. Te quiero y te quiero bien. Te quiero bien física y emocionalmente. Yo no puedo pelear tus peleas, pero puedo estar al lado tuyo, alentándote cuando las peleés para que estés bien. ¿Por qué lo hago? Porque te quiero y tu felicidad (tan compleja como sea) es algo que aporta a mi felicidad.
Yo no te pido a cambio que estés. Entiendo que todos somos diferentes. Tus prioridades no son las mismas que las mías. No te pido que si intercambiamos una oración hace meses estés conmigo cuando sufra. No te pido que si te lastimé, estés dispuesto a dejarlo a un lado si te necesito. Es algo que me encantaría, pero no es lo que te pido.
Tu parte del contrato es aún más simple, pero a la vez mucho más complejo. Lo único que te pido es que nunca lo olvides. Nunca olvides que no te dejo solo.
La próxima que estés mal, encerrado en el baño rogando poder gritar, o llorando, o ahogando tus penas en un bar, recordá que estoy, aunque no esté.
Estoy con vos si ya no somos amigos. Estoy con vos si me rompiste el corazón. Estoy con vos si rompí el tuyo. Estoy con vos si te conocí a las seis de la mañana fuera de un boliche. Estoy con vos si te conocí hace poco más de un mes. Estoy con vos siempre, sin importar cuándo, cómo o por qué nos conocimos.
¿Por qué?
Porque vos siempre estás en mí.
Cuando era chica a mí me acomplejaba mucho el tema de sobrevivir a mi muerte (filosóficamente hablando). Lo único que quería de mi vida era hacer un impacto en alguien más. Hoy en día, sé que lo hice. Si sos como yo, sabé lo siguiente: si te conocí, vas a estar en mí para siempre.
Capaz con el pasar del tiempo no recuerde tu voz o no pueda dibujar tu rostro con los ojos cerrados, pero nunca te voy a olvidar. Sos parte de mí. Hiciste un impacto. Te hiciste parte de otra persona. Te hiciste parte de esta persona.
Te quise, o te amé o te amo o te quiero.
Por eso, por ese sentimiento que sentimos o siento, siempre voy a estar.
Cuando yo tenia dieciséis años le pregunté a mi clase cómo se describirían en pocas palabras. Vengo describiéndome de la misma manera desde que tengo consciencia.
Soy preocupación incondicional.
Jamás me pidas que no me preocupe por vos. Jamás me pidas que te olvide. Jamás. Por más que haya una pelea, nunca te voy a cerrar la puerta.
Si estás acá, leyendo esto, estate seguro de que te abrí esa puerta.
Me preocupo por vos, seas quién seas.
Es verdad, a veces me preocupo más por vos de lo que me preocupo por mí misma, pero si no lo hiciera, me perdería. Perdería esa parte de mí que amo por sobre todas mis cosas.
Nunca te preocupes por cansarme, por molestarme. No me molestas, jamás. Despertame, llamame, interrumpime. Nunca sos una molestia. Nunca te confundas con eso. Nunca te pierdas lo suficiente como para pensar que sos una molestia.
Sos fantástico. Sos genial. Sos una hermosa persona. Sos amable, con tus cualidades buenas y tus fallas. Y para siempre vas a ser parte de otra persona. No estás solo. No estás sola.
El contrato es ese. Yo te doy todo lo que pueda, quieras y necesites. Vos sólo prometeme que aunque dudes de vos mismo, nunca jamás dudes que sos importante para alguien, porque sos más que importante para alguien. Lo más probable es que seas igual de importante para alguien más, pero no puedo hablar por los demás. Yo hablo por mí y te digo esto. Te lo firmo con lágrimas compartidas, con risas, con mi puerta siempre abierta. Te lo firmo acá.
Vos firmá también y no te olvides de que te quiero.
De mi parte, te doy lo que necesites. Si son las seis de la mañana, estás a kilómetros de distancia y necesitás a alguien, estoy. Siempre estoy, porque si estás y querés estar en mi vida, no hay límites. Si necesitás con quién llorar, si necesitas un hombro sobre el cual tirarte a dormir, si necesitás compañía en silencio, estoy.
Si estás y estoy, aplica decirte una cosa que capaz no te digo seguido: te quiero.
Igual, el "te quiero" no es ni suficiente ni lo único. Te quiero y te quiero bien. Te quiero bien física y emocionalmente. Yo no puedo pelear tus peleas, pero puedo estar al lado tuyo, alentándote cuando las peleés para que estés bien. ¿Por qué lo hago? Porque te quiero y tu felicidad (tan compleja como sea) es algo que aporta a mi felicidad.
Yo no te pido a cambio que estés. Entiendo que todos somos diferentes. Tus prioridades no son las mismas que las mías. No te pido que si intercambiamos una oración hace meses estés conmigo cuando sufra. No te pido que si te lastimé, estés dispuesto a dejarlo a un lado si te necesito. Es algo que me encantaría, pero no es lo que te pido.
Tu parte del contrato es aún más simple, pero a la vez mucho más complejo. Lo único que te pido es que nunca lo olvides. Nunca olvides que no te dejo solo.
La próxima que estés mal, encerrado en el baño rogando poder gritar, o llorando, o ahogando tus penas en un bar, recordá que estoy, aunque no esté.
Estoy con vos si ya no somos amigos. Estoy con vos si me rompiste el corazón. Estoy con vos si rompí el tuyo. Estoy con vos si te conocí a las seis de la mañana fuera de un boliche. Estoy con vos si te conocí hace poco más de un mes. Estoy con vos siempre, sin importar cuándo, cómo o por qué nos conocimos.
¿Por qué?
Porque vos siempre estás en mí.
Cuando era chica a mí me acomplejaba mucho el tema de sobrevivir a mi muerte (filosóficamente hablando). Lo único que quería de mi vida era hacer un impacto en alguien más. Hoy en día, sé que lo hice. Si sos como yo, sabé lo siguiente: si te conocí, vas a estar en mí para siempre.
Capaz con el pasar del tiempo no recuerde tu voz o no pueda dibujar tu rostro con los ojos cerrados, pero nunca te voy a olvidar. Sos parte de mí. Hiciste un impacto. Te hiciste parte de otra persona. Te hiciste parte de esta persona.
Te quise, o te amé o te amo o te quiero.
Por eso, por ese sentimiento que sentimos o siento, siempre voy a estar.
Cuando yo tenia dieciséis años le pregunté a mi clase cómo se describirían en pocas palabras. Vengo describiéndome de la misma manera desde que tengo consciencia.
Soy preocupación incondicional.
Jamás me pidas que no me preocupe por vos. Jamás me pidas que te olvide. Jamás. Por más que haya una pelea, nunca te voy a cerrar la puerta.
Si estás acá, leyendo esto, estate seguro de que te abrí esa puerta.
Me preocupo por vos, seas quién seas.
Es verdad, a veces me preocupo más por vos de lo que me preocupo por mí misma, pero si no lo hiciera, me perdería. Perdería esa parte de mí que amo por sobre todas mis cosas.
Nunca te preocupes por cansarme, por molestarme. No me molestas, jamás. Despertame, llamame, interrumpime. Nunca sos una molestia. Nunca te confundas con eso. Nunca te pierdas lo suficiente como para pensar que sos una molestia.
Sos fantástico. Sos genial. Sos una hermosa persona. Sos amable, con tus cualidades buenas y tus fallas. Y para siempre vas a ser parte de otra persona. No estás solo. No estás sola.
El contrato es ese. Yo te doy todo lo que pueda, quieras y necesites. Vos sólo prometeme que aunque dudes de vos mismo, nunca jamás dudes que sos importante para alguien, porque sos más que importante para alguien. Lo más probable es que seas igual de importante para alguien más, pero no puedo hablar por los demás. Yo hablo por mí y te digo esto. Te lo firmo con lágrimas compartidas, con risas, con mi puerta siempre abierta. Te lo firmo acá.
Vos firmá también y no te olvides de que te quiero.
domingo, 2 de septiembre de 2012
No me acuerdo la fecha de este, pero es viejo.
Este va para vos,
mi constante sueño del cual no he despertado,
mi pesadilla despierta que aparentemente no he olvidado.
Este es para vos,
porque todo realmente lo es.
Te cuento en las arrugas de mi ceño fruncido,
te cuento en las lineas de mis manos.
Te cuento en las cuentas de las compras en el chino,
te cuento a la hora de la cena en un asiento vacío.
Y vos... vos te despertaste ya hace tiempo,
con algo más fuerte que un chasquido.
Vos me restaste de tu ecuación y me mandaste al olvido.
Pero está bien.
El tiempo se sufre y se ama como fluye,
y si hay algo que puedo decirte,
mi por siempre utopía abandonada,
es que mientras fuimos,
nosotros fluimos... hasta ese punto en que los dos huimos.
mi constante sueño del cual no he despertado,
mi pesadilla despierta que aparentemente no he olvidado.
Este es para vos,
porque todo realmente lo es.
Te cuento en las arrugas de mi ceño fruncido,
te cuento en las lineas de mis manos.
Te cuento en las cuentas de las compras en el chino,
te cuento a la hora de la cena en un asiento vacío.
Y vos... vos te despertaste ya hace tiempo,
con algo más fuerte que un chasquido.
Vos me restaste de tu ecuación y me mandaste al olvido.
Pero está bien.
El tiempo se sufre y se ama como fluye,
y si hay algo que puedo decirte,
mi por siempre utopía abandonada,
es que mientras fuimos,
nosotros fluimos... hasta ese punto en que los dos huimos.
Pensamientos
Dormirse pensando en alguien es lo peor. Eso de sentir a una persona cerca, pero a la vez estar terriblemente consciente de la lejanía, disparando a la imaginación y dejándola volar a un lugar donde podés sentir su respiración cálida viajando por tu cuerpo... La vida es cruel.
Hoy duermo con mis sentimientos a flor de piel. Si prestás atención, los podes palpar en cada palabra. Si escuchás, los oís en cada coma, en cada acento, en cada punto. Y si la vida fuese un poco menos injusta, y las circunstancias fuesen diferentes, los podrías notar en cada mirada.
Hoy duermo con mis sentimientos a flor de piel. Si prestás atención, los podes palpar en cada palabra. Si escuchás, los oís en cada coma, en cada acento, en cada punto. Y si la vida fuese un poco menos injusta, y las circunstancias fuesen diferentes, los podrías notar en cada mirada.
Leer ciertos libros me ponen vulnerable.
Si hay algo asquerosamente feo en este estado, es estar sola.
sábado, 1 de septiembre de 2012
A pedido del pueblo...
Es raro cómo personas tan diferentes pueden ser parte de mí después de tan poco tiempo. Es raro cómo después de tanto tiempo buscando en conocidos la respuesta, la encontré en cinco pares de ojos desconocidos. Capaz el tema es que no se sienten desconocidos. Capaz es que, en parte, veo algo de mí en algunos de ellos. En unos, me veo más chica: en otros, me veo hace poco; en otros, me veo nueva; y, en otros, veo lo que quiero que sea.
Es raro admitirlo, más que nada siendo yo. Siempre me costó largar la frase "te quiero" pero de repente y sin advertencia previa me encontré diciéndolo más seguido de lo que me podría haber imaginado. ¿Y lo mejor? Ninguna de esas veces fue mentira.
La frase, debo admitir, la he usado como cortina. La he balbuceado y la he estirado para llenar tiempo y espacio, porque quedaba lindo o porque era lo debido. Acá, ahora, con ciertas personas, no.
Venía perdida en mí misma, y en un abrir y cerrar de ojos (o mejor dicho, en un viaje de subte, una reunión en una plaza, una noche en una hamaca, con cigarrillos compartidos, con cartas de por medio, chistes con doble sentido, y voces nuevas que hasta el día de hoy hacen eco y suenan a que estuvieron ahí por más tiempo), de a poco fui viendo las cosas.
No sólo los vi a ellos (raros, cambiantes, ciclotímicos, extraños, inusuales y dejándome completamente fuera de mi elemento), sino que me vi a mí misma. Es lindo cuando te podés ver a vos mismo porque no sentís que te tenés que esconder en otra persona.
Los giros de la vida están más allá de mi entendimiento y el don de preverlos no lo tengo, pero, hoy por hoy, agradezco que las cosas se hayan dado como se dieron. El elemento de sorpresa fue y es bienvenido.
Suelo usar palabras para describir las cosas menos racionales posibles porque soy así, pero en este caso no quiero. Consideren esta mi entrada melosa. Tiene pocas palabras y pocas explicaciones, considerando las cosas que vengo escribiendo, pero confío en que son suficientes. Después de todo este tiempo (que ha sido poco, pero suficiente), confío en su habilidad para leer entre las líneas y saber lo que no estoy diciendo.
Entre las listas de cosa buenas, están ustedes. ¿Y lo lindo? Por ustedes, de a poco, en esa lista me voy escribiendo a mí misma.
Es raro admitirlo, más que nada siendo yo. Siempre me costó largar la frase "te quiero" pero de repente y sin advertencia previa me encontré diciéndolo más seguido de lo que me podría haber imaginado. ¿Y lo mejor? Ninguna de esas veces fue mentira.
La frase, debo admitir, la he usado como cortina. La he balbuceado y la he estirado para llenar tiempo y espacio, porque quedaba lindo o porque era lo debido. Acá, ahora, con ciertas personas, no.
Venía perdida en mí misma, y en un abrir y cerrar de ojos (o mejor dicho, en un viaje de subte, una reunión en una plaza, una noche en una hamaca, con cigarrillos compartidos, con cartas de por medio, chistes con doble sentido, y voces nuevas que hasta el día de hoy hacen eco y suenan a que estuvieron ahí por más tiempo), de a poco fui viendo las cosas.
No sólo los vi a ellos (raros, cambiantes, ciclotímicos, extraños, inusuales y dejándome completamente fuera de mi elemento), sino que me vi a mí misma. Es lindo cuando te podés ver a vos mismo porque no sentís que te tenés que esconder en otra persona.
Los giros de la vida están más allá de mi entendimiento y el don de preverlos no lo tengo, pero, hoy por hoy, agradezco que las cosas se hayan dado como se dieron. El elemento de sorpresa fue y es bienvenido.
Suelo usar palabras para describir las cosas menos racionales posibles porque soy así, pero en este caso no quiero. Consideren esta mi entrada melosa. Tiene pocas palabras y pocas explicaciones, considerando las cosas que vengo escribiendo, pero confío en que son suficientes. Después de todo este tiempo (que ha sido poco, pero suficiente), confío en su habilidad para leer entre las líneas y saber lo que no estoy diciendo.
Entre las listas de cosa buenas, están ustedes. ¿Y lo lindo? Por ustedes, de a poco, en esa lista me voy escribiendo a mí misma.
viernes, 31 de agosto de 2012
Hay cosas...
Hacía tanto tiempo no me reía así: de verdad.
Hace meses, de hecho.
Vengo haciendo listas y nombrando cosas malas, pero la verdad es que hay tantas buenas.
Entre todo lo malo de los últimos meses rescato, agradezco y reconozco algo muy bueno.
Hace ya casi dos meses (Wow, dos meses) tomé una decisión por mí: buscarme de nuevo. Llevaba casi medio año apagada, ignorando lo que siempre amé de mí misma y decidí sacudirme y revivir esa parte de mí que tanto extrañaba.
Sí, lo reconozco: lastimé a alguien que me gustaría no haber lastimado, pero lo hice porque me estaba lastimando yo.
Y hoy me pasaron esta foto. Una foto que no es la más linda. Una foto que es mía, por lo cual estoy inclinada a ligeramente odiarla, pero una foto que me muestra a mí.
Sin las capas, sin mentiras. Ésta soy yo. La que no sólo sonríe, sino que también se ríe con todo, hasta que no da más.
Si yo no me catalogo como rota, no lo hagan ustedes.
Hoy, viendo esta foto, habiendo dicho las cosas que dije ayer y habiendo escuchado las cosas que me vienen diciendo personas muy importantes para mí, puedo decir una cosa en particular: soy fuerte.
Rescato que con todas las cosas que pasaron y toda la mierda que viví, esta parte de mí sigue viva. Y por más que mi odio por mí misma tiende a ser colosal, a esa parte la adoro.
Hace meses, de hecho.
Vengo haciendo listas y nombrando cosas malas, pero la verdad es que hay tantas buenas.
Entre todo lo malo de los últimos meses rescato, agradezco y reconozco algo muy bueno.
Hace ya casi dos meses (Wow, dos meses) tomé una decisión por mí: buscarme de nuevo. Llevaba casi medio año apagada, ignorando lo que siempre amé de mí misma y decidí sacudirme y revivir esa parte de mí que tanto extrañaba.
Sí, lo reconozco: lastimé a alguien que me gustaría no haber lastimado, pero lo hice porque me estaba lastimando yo.
Y hoy me pasaron esta foto. Una foto que no es la más linda. Una foto que es mía, por lo cual estoy inclinada a ligeramente odiarla, pero una foto que me muestra a mí.
Sin las capas, sin mentiras. Ésta soy yo. La que no sólo sonríe, sino que también se ríe con todo, hasta que no da más.
Si yo no me catalogo como rota, no lo hagan ustedes.
Hoy, viendo esta foto, habiendo dicho las cosas que dije ayer y habiendo escuchado las cosas que me vienen diciendo personas muy importantes para mí, puedo decir una cosa en particular: soy fuerte.
Rescato que con todas las cosas que pasaron y toda la mierda que viví, esta parte de mí sigue viva. Y por más que mi odio por mí misma tiende a ser colosal, a esa parte la adoro.
Palabras
Si cuento hasta diez, ¿salen?
Y si cierro los ojos, ¿se esconden?
Jueguen y bailen, no huyan de mí.
Si abro la puerta, ¿se escapan?
Y si me tiro en la cama, ¿me atrapan?
Si cedo ante el sueño, por favor, no me dejen ir.
Si crezco y cambio, ¿me dejan?
Y si pierdo el juego, ¿me ayudan a poner de nuevo la mesa?
Cuando renuncie y escape, no se olviden de mí.
Y si cierro los ojos, ¿se esconden?
Jueguen y bailen, no huyan de mí.
Si abro la puerta, ¿se escapan?
Y si me tiro en la cama, ¿me atrapan?
Si cedo ante el sueño, por favor, no me dejen ir.
Si crezco y cambio, ¿me dejan?
Y si pierdo el juego, ¿me ayudan a poner de nuevo la mesa?
Cuando renuncie y escape, no se olviden de mí.
jueves, 30 de agosto de 2012
Listas.
Me acuerdo de él. Sí, de él: aquel que todos aparentemente olvidaron, mi hermanito. Me acuerdo de él y cómo nadie lo dió por muerto, excepto yo. Me acuerdo porque yo lo sentí morir, lo sufrí, pero eso capaz porque yo fui la única que lo sintió vivir. Todavía me acuerdo de él y me pregunto si alguien más lo hace.
Me acuerdo de vivir en un mundo de fantasía para evitar la realidad de mierda que vivía. Me acuerdo de encerrarme en mi habitación por horas, porque era más fácil que vivir afuera.
Me acuerdo de mi hermano rompiéndome en mil pedazos, dejándome, y de cuánto dolió.
Me acuerdo de la primera noche en la que él volvió borracho a casa, de cómo olía el whisky en su aliento, de sus insultos, de sus culpas, de cómo me hizo sentirme escoria. Me acuerdo cuántos años tenía y que no estaba sola, pero nadie me defendía. Y me acuerdo cómo esa no fue la última noche, sino que tan sólo la primera.
Me acuerdo de hacerme la dormida y de sentir su mano rozando mi brazo que salía por encima de la frazada y del miedo.
Me acuerdo del dolor causado por palabras dichas en el colegio: palabras que se sintieron como balas disparadas, apuntadas directamente a donde más duele.
Me acuerdo de perder a mis mejores amigas a tan temprana edad, y de cómo eso se repitió cuando más las necesitaba. Me acuerdo de los rumores que hicieron que eso pasara. Me acuerdo de las peleas y de los gritos, y del llanto y los cortes después. Me acuerdo de cómo mis gritos callados fueron ignorados.
Me acuerdo de esa mañana en la clase de inglés. Recuerdo cómo colapsé. Me acuerdo de mis planes de ir a esas reuniones, usando clases de guitarra como excusa, para poder sacarme el peso de una enfermedad que yo ni siquiera tenía de encima.
Me acuerdo de usar los buzos hasta en verano para cubrir los cortes, y de aquella noche en la que intenté tomar las pastillas. Me acuerdo de los dos viajes al hospital. Me acuerdo de la noche en la que rogaba desmayarme. Me acuerdo de cortarme frente a mi madre sin que ella lo notara. Me acuerdo de los gritos de mi padre amenazando con matarme. Me acuerdo de mis intentos de hacerme vomitar. Me acuerdo de los siete kilos perdidos en una semana y media. Me acuerdo de mis enfermedades. Me acuerdo de todo.
Me acuerdo de haberme perdido a mí misma, y de haberlo hecho en alguien que yo amaba. Me acuerdo de haber perdido a mi mejor amiga por celos pelotudos y sin sentido. Me acuerdo de las malas miradas. Me acuerdo de las noches llorando en Bariloche. Me acuerdo de aquella noche en Bariloche. Me acuerdo de lo que me contaron que pasó cuando yo no sabía que pasaba en Bariloche.
Me acuerdo de ella y de esa Navidad. Me acuerdo de enterarme leyendo las noticias en Internet y sentir cómo se me venía el mundo abajo. Me acuerdo de ese sentimiento de asfixia, como si las cuatro paredes de mi cuarto se me vinieran encima.
Me acuerdo de aquella noche en mi primer departamento con mi amigo y de salir a caminar y perderme en la vida porque volver dolía. Me acuerdo de los siete shots consecutivos demandados por mi ira.
Me acuerdo de volver a lo de mis padres y sentir cómo había perdido todo. Recuerdo estar tirada contra el marco de mi puerta con mi perro entre los brazos, llorando, rogando que nadie me escuchara mientras dormían, diciéndole que ya íbamos a tener nuestro hogar.
Me acuerdo de todos los secretos descubiertos en el peor momento. Me acuerdo de mirar para abajo estando parada en la cornisa, realmente contemplando poner el punto final. Me acuerdo de sus últimas palabras, de las mías. Me acuerdo de los gestos, de su mirada. Me acuerdo de las cuatro horas que tuvieron que pasar hablándome para convencerme de que volviera a bajar. Me acuerdo de cómo quede rota después de él. Me acuerdo de enterarme de los abortos, del intento de suicidio, de la muerte, de la corrupción dentro de mi familia.
Me acuerdo de la primera vez que cortamos. Y de la segunda. Y de la tercera. Y de la cuarta. Y de todas las otras últimas veces que hablamos. Me acuerdo de las últimas cosas que me dijo y cómo me perforaron. Recuerdo lo último que yo le dije. Me acuerdo de todo.
Me acuerdo de no recordar nombres, ni siquiera rostros. Me acuerdo de besos sin sentimiento, sexo vacío, noches sin sentido.
Me acuerdo de él, y de cómo lo lastimé.
Me acuerdo de estar encerrada en el baño de mis padres, pasando un cutter por mi espalda tras un ataque de pánico.
Me acuerdo de todas esas cosas y lo único que puedo decir es que, si bien me las acuerdo todas, de principio a fin, me puedo decir a mí misma que no voy a dejar que me empujen nunca más.
Me acuerdo de vivir en un mundo de fantasía para evitar la realidad de mierda que vivía. Me acuerdo de encerrarme en mi habitación por horas, porque era más fácil que vivir afuera.
Me acuerdo de mi hermano rompiéndome en mil pedazos, dejándome, y de cuánto dolió.
Me acuerdo de la primera noche en la que él volvió borracho a casa, de cómo olía el whisky en su aliento, de sus insultos, de sus culpas, de cómo me hizo sentirme escoria. Me acuerdo cuántos años tenía y que no estaba sola, pero nadie me defendía. Y me acuerdo cómo esa no fue la última noche, sino que tan sólo la primera.
Me acuerdo de hacerme la dormida y de sentir su mano rozando mi brazo que salía por encima de la frazada y del miedo.
Me acuerdo del dolor causado por palabras dichas en el colegio: palabras que se sintieron como balas disparadas, apuntadas directamente a donde más duele.
Me acuerdo de perder a mis mejores amigas a tan temprana edad, y de cómo eso se repitió cuando más las necesitaba. Me acuerdo de los rumores que hicieron que eso pasara. Me acuerdo de las peleas y de los gritos, y del llanto y los cortes después. Me acuerdo de cómo mis gritos callados fueron ignorados.
Me acuerdo de esa mañana en la clase de inglés. Recuerdo cómo colapsé. Me acuerdo de mis planes de ir a esas reuniones, usando clases de guitarra como excusa, para poder sacarme el peso de una enfermedad que yo ni siquiera tenía de encima.
Me acuerdo de usar los buzos hasta en verano para cubrir los cortes, y de aquella noche en la que intenté tomar las pastillas. Me acuerdo de los dos viajes al hospital. Me acuerdo de la noche en la que rogaba desmayarme. Me acuerdo de cortarme frente a mi madre sin que ella lo notara. Me acuerdo de los gritos de mi padre amenazando con matarme. Me acuerdo de mis intentos de hacerme vomitar. Me acuerdo de los siete kilos perdidos en una semana y media. Me acuerdo de mis enfermedades. Me acuerdo de todo.
Me acuerdo de haberme perdido a mí misma, y de haberlo hecho en alguien que yo amaba. Me acuerdo de haber perdido a mi mejor amiga por celos pelotudos y sin sentido. Me acuerdo de las malas miradas. Me acuerdo de las noches llorando en Bariloche. Me acuerdo de aquella noche en Bariloche. Me acuerdo de lo que me contaron que pasó cuando yo no sabía que pasaba en Bariloche.
Me acuerdo de ella y de esa Navidad. Me acuerdo de enterarme leyendo las noticias en Internet y sentir cómo se me venía el mundo abajo. Me acuerdo de ese sentimiento de asfixia, como si las cuatro paredes de mi cuarto se me vinieran encima.
Me acuerdo de aquella noche en mi primer departamento con mi amigo y de salir a caminar y perderme en la vida porque volver dolía. Me acuerdo de los siete shots consecutivos demandados por mi ira.
Me acuerdo de volver a lo de mis padres y sentir cómo había perdido todo. Recuerdo estar tirada contra el marco de mi puerta con mi perro entre los brazos, llorando, rogando que nadie me escuchara mientras dormían, diciéndole que ya íbamos a tener nuestro hogar.
Me acuerdo de todos los secretos descubiertos en el peor momento. Me acuerdo de mirar para abajo estando parada en la cornisa, realmente contemplando poner el punto final. Me acuerdo de sus últimas palabras, de las mías. Me acuerdo de los gestos, de su mirada. Me acuerdo de las cuatro horas que tuvieron que pasar hablándome para convencerme de que volviera a bajar. Me acuerdo de cómo quede rota después de él. Me acuerdo de enterarme de los abortos, del intento de suicidio, de la muerte, de la corrupción dentro de mi familia.
Me acuerdo de la primera vez que cortamos. Y de la segunda. Y de la tercera. Y de la cuarta. Y de todas las otras últimas veces que hablamos. Me acuerdo de las últimas cosas que me dijo y cómo me perforaron. Recuerdo lo último que yo le dije. Me acuerdo de todo.
Me acuerdo de no recordar nombres, ni siquiera rostros. Me acuerdo de besos sin sentimiento, sexo vacío, noches sin sentido.
Me acuerdo de él, y de cómo lo lastimé.
Me acuerdo de estar encerrada en el baño de mis padres, pasando un cutter por mi espalda tras un ataque de pánico.
Me acuerdo de todas esas cosas y lo único que puedo decir es que, si bien me las acuerdo todas, de principio a fin, me puedo decir a mí misma que no voy a dejar que me empujen nunca más.
Mental breakdown
De repente mi cabeza se inundó de recuerdos de cuando tenía quince años y estaba sola e indefensa y funcionando como esponja que absorbía problemas ajenos hasta asimilarlos como propios. El recuerdo de tomar problemas de mi mejor amiga con problemas con la pareja, de aceptar la culpa de problemas no míos causados por un padre alcohólico y abusivo, sumados a los propios de autoestima...
A veces necesito desconectarme de la realidad y callar esa voz de mi nena adolescente que todavía me grita a cuatro vientos que la ayude a ella en vez de ayudar a los demás.
¿Por qué la realidad es tan real? Ojalá hubiese una segunda dimensión donde estoy sólo yo, cara a cara con mis propios demonios.
Perdón, yo de quince años. No te quise ignorar.
Lo peor de todo es sentir que estaba sola porque yo misma me ignoré.
Tengo ganas de gritar.
Me acuerdo de tener dieciséis y que me agarraran de la mano y arrastraran a una plaza para hacer eso mismo: gritar. Gritar hasta que mi garganta doliera y gritar hasta que mis pulmones no tuviesen más aire como para soportar gritos y tener que conformarme con susurrar.
Hoy no sé si quiero gritar o ahogar los gritos, porque no son míos. Son de esa nena dolida que nunca tuvo la chance de gritar lo que sentía.
Duele pensar que esa nena era yo y que sigue en mí. Pero a la vez está bueno porque me recuerda lo fuerte que tengo que pelear para que no vuelva a pasar nunca más. Esos constantes chillidos ahogados en una almohada a las doce de la noche (ese momento antes de que él llegara y después de que los demás se fueran) son un recordatorio constante de que si yo no me ahogo, nadie me ahoga.
Basta. Me harté. Necesito aire. Estoy bien.
Eso. Sí. Estoy bien. Estuve mal, pero estoy bien.
No estoy sola porque me tengo a mí y los tengo a ellos tanto como ellos me tienen a mí.
La realidad es esa dimensión en donde tengo muros contra las criaturas 8/8 de mi vida. Ya está.
Me calmé.
A veces necesito desconectarme de la realidad y callar esa voz de mi nena adolescente que todavía me grita a cuatro vientos que la ayude a ella en vez de ayudar a los demás.
¿Por qué la realidad es tan real? Ojalá hubiese una segunda dimensión donde estoy sólo yo, cara a cara con mis propios demonios.
Perdón, yo de quince años. No te quise ignorar.
Lo peor de todo es sentir que estaba sola porque yo misma me ignoré.
Tengo ganas de gritar.
Me acuerdo de tener dieciséis y que me agarraran de la mano y arrastraran a una plaza para hacer eso mismo: gritar. Gritar hasta que mi garganta doliera y gritar hasta que mis pulmones no tuviesen más aire como para soportar gritos y tener que conformarme con susurrar.
Hoy no sé si quiero gritar o ahogar los gritos, porque no son míos. Son de esa nena dolida que nunca tuvo la chance de gritar lo que sentía.
Duele pensar que esa nena era yo y que sigue en mí. Pero a la vez está bueno porque me recuerda lo fuerte que tengo que pelear para que no vuelva a pasar nunca más. Esos constantes chillidos ahogados en una almohada a las doce de la noche (ese momento antes de que él llegara y después de que los demás se fueran) son un recordatorio constante de que si yo no me ahogo, nadie me ahoga.
Basta. Me harté. Necesito aire. Estoy bien.
Eso. Sí. Estoy bien. Estuve mal, pero estoy bien.
No estoy sola porque me tengo a mí y los tengo a ellos tanto como ellos me tienen a mí.
La realidad es esa dimensión en donde tengo muros contra las criaturas 8/8 de mi vida. Ya está.
Me calmé.
Ramblings
Soñar es gracioso. Soñar es raro.
Soñar a veces es doloroso.
Recién estaba mirando a mi gata tirada sobre mis piernas y no pude evitar que me llovieran mil pensamientos. Me acordé de mi sueño de cuando era chica: tener un departamento, una familia y animales. Y así, mirándola a los ojos raros de gata, me di cuenta que tuve suerte. Con todo lo malo y todo lo bueno, cumplí mi sueño. Tuve y tengo mi sueño. Pude sentirme familia. Conseguí un "hogar". Conseguí algo que muchos nunca consiguen. ¿Qué importa cómo terminó? Yo todavía los tengo a estos dos monstruos. Es como un divorcio, pero sigue siendo familia.
Soñar a veces es doloroso.
Recién estaba mirando a mi gata tirada sobre mis piernas y no pude evitar que me llovieran mil pensamientos. Me acordé de mi sueño de cuando era chica: tener un departamento, una familia y animales. Y así, mirándola a los ojos raros de gata, me di cuenta que tuve suerte. Con todo lo malo y todo lo bueno, cumplí mi sueño. Tuve y tengo mi sueño. Pude sentirme familia. Conseguí un "hogar". Conseguí algo que muchos nunca consiguen. ¿Qué importa cómo terminó? Yo todavía los tengo a estos dos monstruos. Es como un divorcio, pero sigue siendo familia.
Como un clip de papel.
La cuestión es cuando te enamorás del caos: cuando te dejás ahogar en un mar de problemas y, con el pasar de los meses, aprendés a respirar bajo ellos. El problema es amar los problemas y el sentimiento de asfixia que estos conllevan porque la calma es simplemente una sensación tan lejana y tan difícil de prever como la venida de un tren con poca frecuencia. El disgusto viene cuando el drama deja de ser un imprevisto parte de las circunstancias y se convierte en una tarea porque es más fácil vivir con el caos si es controlado y, ¿quién mejor para controlarlo que uno mismo?
El tema es que a veces uno empieza así, siendo el maestro titiritero tras los hilos del conflicto, pero eventualmente se termina enredando en ellos y en uno mismo.
Es muy fácil perderse yendo por el camino de la auto-destrucción (yo debería saberlo). El tema es que, a veces, cuando se encuentra la salida, cada tanto vemos para atrás y hay una luz que nos llama la atención y queremos volver a la comodidad de lo incómodo conocido.
Como hoy.
Pero no. Yo propongo sacudir al caos con sorpresas y enseñarle que cuando el caos se convierte en la norma, vale establecer como nuevo régimen el desconcierto de lo bueno. Lo malo, lo feo, lo indeseable y lo doloroso ya lo conozco. Ahora voy por lo nuevo.
El tema es que a veces uno empieza así, siendo el maestro titiritero tras los hilos del conflicto, pero eventualmente se termina enredando en ellos y en uno mismo.
Es muy fácil perderse yendo por el camino de la auto-destrucción (yo debería saberlo). El tema es que, a veces, cuando se encuentra la salida, cada tanto vemos para atrás y hay una luz que nos llama la atención y queremos volver a la comodidad de lo incómodo conocido.
Como hoy.
Pero no. Yo propongo sacudir al caos con sorpresas y enseñarle que cuando el caos se convierte en la norma, vale establecer como nuevo régimen el desconcierto de lo bueno. Lo malo, lo feo, lo indeseable y lo doloroso ya lo conozco. Ahora voy por lo nuevo.
martes, 28 de agosto de 2012
Les temps sont durs pour les rêveurs.
Uno no se olvida de un corazón roto, especialmente no del primero. Es un dolor que se queda con vos y viaja en tu equipaje. Viaja en el tiempo, en el espacio; rompe barreras que ni siquiera sabíamos existieran. Donde sea que vayas, podés abrir tu valija y ver los pedazos, recordándote por qué emprendiste viaje, aunque no sepas tu destino. Eventualmente encontrás algo o alguien que te ayuda a pegar las partes, pero siempre notás dónde fue resquebrajado. Cada tanto sentís una astilla, recordándote de las partes quebradizas, o incluso sentís el relieve del pegamento seco. Pasás la yema de tus dedos por las rasgaduras y recordás momentos que desearías que se hubiesen ido cuando el corazón se dió por muerto. Recordás cómo se sintió, el dolor insoportable (como si lo hubiesen tirado en una pasarela y mil modelos con taco aguja hubiesen caminado por encima de él), y la larga recuperación. Para cuando te das cuenta, tenés más cicatrices de las que gustarían. Algunas más profundas, otras escondidas, pero, sin lugar a dudas, están ahí. Cada tanto las ves y otros también pueden si es que miran. Algunas se escuchan, como las mías.
<rant> Si hay algo que odio es lastimar a la gente. Si hay algo que odio por sobre eso, es seguir lastimando a esa misma gente con las mismas cosas, una y otra vez, porque no entienden.
Hace un par de días cuando hablaba de Amelie, mencioné que lo usé como herramienta para explicar mi ruptura con mi ex. Hoy se repitió básicamente la misma charla y estoy harta.
Vuelvo a explicarles algo de mí, así me conocen también la parte buena: a mí me gusta quedar en buenos términos con la gente. Todavía hablo con mis exs (excepto Guillermo, porque a ese lo odiamos ¿se acuerdan?) porque todos significaron algo en su momento y no quiero reducirlos a simples recuerdos. El tema es que con éste en particular, cada vez que hablamos me recuerdo a mí misma que de haber sido en otro punto de mi vida, su participación en mi vida no habría sido la gran cosa. Me siento re basura por decirlo, pero es verdad. De haber llegado a mi vida dos meses más tarde, no habría pasado nada. Es eso lo que me veo forzada a repetir una y otra vez en estas conversaciones y ya me harté. No sólo lo lastimo al pedo, sino que me canso a mí misma de mis palabras porque siguen siendo las mismas. En fin. </rant>
Hace un par de días cuando hablaba de Amelie, mencioné que lo usé como herramienta para explicar mi ruptura con mi ex. Hoy se repitió básicamente la misma charla y estoy harta.
Vuelvo a explicarles algo de mí, así me conocen también la parte buena: a mí me gusta quedar en buenos términos con la gente. Todavía hablo con mis exs (excepto Guillermo, porque a ese lo odiamos ¿se acuerdan?) porque todos significaron algo en su momento y no quiero reducirlos a simples recuerdos. El tema es que con éste en particular, cada vez que hablamos me recuerdo a mí misma que de haber sido en otro punto de mi vida, su participación en mi vida no habría sido la gran cosa. Me siento re basura por decirlo, pero es verdad. De haber llegado a mi vida dos meses más tarde, no habría pasado nada. Es eso lo que me veo forzada a repetir una y otra vez en estas conversaciones y ya me harté. No sólo lo lastimo al pedo, sino que me canso a mí misma de mis palabras porque siguen siendo las mismas. En fin. </rant>
May 7th, 2012
Quiero explicar que los posteos anteriores son cosas que escribí hace tiempo ya, que ya no siento. Las quería poner acá porque me gusta cómo quedaron escritas y bueno... Esta entrada sí corresponde con mi actual tren de pensamiento.
Abrirse, amorosamente hablando, a alguien es la peor idea que uno puede tener en su vida. Benditos aquellos que se sacan la lotería y encuentran a alguien que se quede con ellos de por vida, pero maldigo el interín en el que hay que vivirla. Porque la verdad es simple: la aprendemos con cada mirada, con cada suspiro, con cada palabra. La verdad de las relaciones a nadie se le escapa: los cicatrices -si se tiene suerte de sanar- que uno adquiere con cada caída, sea o no fatal, duelen más que cualquier herida. Y ni hablar de aquellos raspones del día a día. Querer, o amar, no trae sólo dicha. Trae ese sentimiento amargo en la boca que conlleva el tener el corazón en la garganta, la falta de aire cuando no se tiene la respuesta que se desea, la incertidumbre, las noches en vela en las que la imaginación nos vuela a un territorio donde no queremos estar, las mañanas con sueño, las pesadillas despiertos, Trae celos, rencores, peleas, gritos, mensajes nunca respondidos, noches de irse a dormir con la ira quemando la cabeza, días enteros de un sentimiento de resaca sin haber tomado gota por el malestar de lo no dicho, o el pesar de lo que se dijo. Trae miradas acusadoras, cuestionamientos inoportunos, desacuerdos que nunca se olvidan. Trae noches en los que hablar no es una posibilidad, por miedo a lo que se puede decir. Trae expectativas que nunca se alcanzan, y la desdicha que es su acompañante menos deseable, siempre expectante para caer en la fiesta sin invitación. Trae noches solos en la cama, pensando en realidades alternas donde se dijo otra cosa, o se hizo tal otra. Trae segundos que duran años cuando se profesan cosas no recíprocas. Trae horas que duran siglos en los que se extraña a tal punto que duele en la punta del pelo por no tener a esa persona a una distancia en la que se pueda sentir su aroma. Trae cuestiones y sensaciones que uno lo abruman. Y trae diálogos que nunca se llevan a cabo, que son los peores, pero los más necesarios, por razones débiles y refutables, pero que uno no puede sacudirse de encima.
Pero mierda que lo vale a veces.
Abrirse, amorosamente hablando, a alguien es la peor idea que uno puede tener en su vida. Benditos aquellos que se sacan la lotería y encuentran a alguien que se quede con ellos de por vida, pero maldigo el interín en el que hay que vivirla. Porque la verdad es simple: la aprendemos con cada mirada, con cada suspiro, con cada palabra. La verdad de las relaciones a nadie se le escapa: los cicatrices -si se tiene suerte de sanar- que uno adquiere con cada caída, sea o no fatal, duelen más que cualquier herida. Y ni hablar de aquellos raspones del día a día. Querer, o amar, no trae sólo dicha. Trae ese sentimiento amargo en la boca que conlleva el tener el corazón en la garganta, la falta de aire cuando no se tiene la respuesta que se desea, la incertidumbre, las noches en vela en las que la imaginación nos vuela a un territorio donde no queremos estar, las mañanas con sueño, las pesadillas despiertos, Trae celos, rencores, peleas, gritos, mensajes nunca respondidos, noches de irse a dormir con la ira quemando la cabeza, días enteros de un sentimiento de resaca sin haber tomado gota por el malestar de lo no dicho, o el pesar de lo que se dijo. Trae miradas acusadoras, cuestionamientos inoportunos, desacuerdos que nunca se olvidan. Trae noches en los que hablar no es una posibilidad, por miedo a lo que se puede decir. Trae expectativas que nunca se alcanzan, y la desdicha que es su acompañante menos deseable, siempre expectante para caer en la fiesta sin invitación. Trae noches solos en la cama, pensando en realidades alternas donde se dijo otra cosa, o se hizo tal otra. Trae segundos que duran años cuando se profesan cosas no recíprocas. Trae horas que duran siglos en los que se extraña a tal punto que duele en la punta del pelo por no tener a esa persona a una distancia en la que se pueda sentir su aroma. Trae cuestiones y sensaciones que uno lo abruman. Y trae diálogos que nunca se llevan a cabo, que son los peores, pero los más necesarios, por razones débiles y refutables, pero que uno no puede sacudirse de encima.
Pero mierda que lo vale a veces.
lunes, 27 de agosto de 2012
August 2009
Pon tu punto final junto al mío.
Sin tí, no existe el caos ni el alivio.
Sin tí, no hay calor y no hay frío;
no hay descanso, no hay olvido.
No hay nada más allá de tu cariño.
Desde que te fuiste,
sin tí, sólo está mi cuerpo en un valdío:
donde antes descansaba tu alma,
ahora hay sólo un vacío.
Borrá las comas, las tildes, los acentos.
Ya nada importa, no hay nada que decir porque ya no siento.
Escribí nuevos versos conmigo.
dale a mi historia un nuevo sentido.
July 24th, 2012
Las acciones duelen, pero los pensamientos matan. Las ideas empiezan de a poco, en una región que nosotros creíamos aislada. Antes de que podamos parar a pensar en lo que pasa, vemos que esas ideas rápidamente contagian. Pudren recuerdos lindos, ideas sanas. Las afectan hasta que ya no queda nada. No hay rincón a salvo de esa pandemia, que no se detiene por nada. Arrasa con nuestros ejércitos que, en contra de todo pronóstico, no paran de pelearla. No importan las batallas ganadas: la guerra contra esa plaga no se gana. No existen blindajes ni armas con suficiente poder de ataque. No existe manera de evitar lo inevitable. Tu mente se pudre, y lo único que queda por hacer es reclinarse y ver cómo el espectáculo de nuestras vidas termina en desastre.
July 26th, 2012
Siento tu amargo beso en mis labios; dulce tentativa que me quiebra en las rodillas y me hace caer. Sos un mal que perforó mi piel y se hizo un hogar en mi sangre. Estás dentro mío y no tengo cómo sacarte. Maldigo el día en que la vida me hizo así. Te respiro en mi aire y en mi corazón te siento rugir. Sos un mal necesario, pero un mal al fin. El problema nunca fue soñar; el problema fue que lo pude saborear. Pisé mi utopía y no pude evitar mirar para atrás.
Detesto estar aquí: condenada a la búsqueda perpetua de la magia, sabiendo que la tuve y la dejé ir. ¿Es mucho pedir que lo remuevan de mí? Escarben en mi ser y quítenme eso que me impide seguir. Sáquenme ese bicho que habita mi cuerpo y pide continuamente más. Extirpen mis ilusiones que jamás ven lo que hay. Demasiado concentrada en lo que no está, no es manera de vivir. Renueven mi castigo por uno menos cruel. Amo soñar pero quiero tener un piso bajo mis pies.
Peguen mis párpados con una cinta de papel. Dibujen fantasías más posibles que aquellas que soñé. Necesito un cable a tierra, no grilletes que no me dejan mover.
Mi reino por un mundo en el cual mis deseos no me reinen a mí.
April 19th, 2012
A veces es un pedazo de tela o una foto de un muñeco lo que me descarrila. A veces es una canción que tiene un nuevo gusto que amenaza con borrarle el sabor a lo de ayer. A veces son palabras que no llegan ni a manifestarse en forme de murmullo que acallan las voces de mil diálogos que ya no existen. A veces es un sueño que me hace dar vueltas, y temblar, y querer algo que no sé si quiero, y desear un estado que sé no puedo alcanzar. A veces es el amague de respuestas a preguntas en mi mente que nunca pregunté.
April 30th, 2012
Hoy no tengo ganas de usar palabras grandes o hacerme la fuerte. Hoy tengo ganas de darle a las teclas hasta que algo que valga la pena salga. No, miento. Tengo ganas de golpear letra tras letra hasta que por fin el hartazgo le gane a mi miedo y las cosas salgan. Esas cosas que me vengo callando por miedo a las repercusiones, a las preguntas, a los cuestionamientos o a la respuesta misma. Hoy tengo ganas de ganarme a mí misma, pero no creo que eso sea posible, no hoy. Capaz mañana, pero lo dudo. Últimamente funciono así: las voces, las preguntas, los interrogatorios empiezan cuando estoy sola, porque cuando estoy sola tengo la chance de pensar en mí misma, como persona, en vez de pensar en mí como parte de algo más. Pero supongo que es mentira, porque lo que pienso de mi misma está arraigado a lo demás. Es demasiado complicado esto. Extraño poder vomitar palabras y sentimientos y pensamientos y sensasiones sin sentir la necesidad de andar atajándome. Siento que vengo construyendo una estructura muy linda, de esas que la gente admira y que hace que los demás suspiren cuando la miran, pero ahora que me acerco, siento que está hecha con cartas de póker, y que el aire que salga de mi boca al decir las cosas puede amenazar su estabilidad. Siento que ni bien abra la boca, los inquilinos van a salir corriendo despavoridos, sintiéndose amenazados por las estúpidas e inocentes palabras que estoy evitando pronunciar. ¿Qué dijimos de las palabras grandes? Básicamente, siento que lo que pienso me va a jugar en contra. Siento que estoy a dos minutos de ganar el partido, pero pasé a penales, y entre la euforia, la adrenalina y la felicidad, me equivoqué de arco y estoy pateando contra mi propio arquero y voy a perder al final. Siento que puedo ver a todos mis jugadores en cámara lenta gritándome que frene, que me detenga, pero los gritos de las voces que no quiero escuchar son más fuertes y los cánticos apoyan a mi eterno rival. En serio, ¿qué dijimos de las palabras grandes? Básicamente, siento que lo que sea que diga puede y va a ser usado en mi contra, porque es así como funciona.
May 27th 2012
Estoy importando las cosas que más me gustan del blog viejo. Súfranme.
Cuando uno se enamora, el único idioma que habla es pelotudo. Todas las palabras, hasta las dichas con pequeñas acciones, pasan a cobrar otro significado o se convierten en torpes mozos que intentan llevar un mensaje a su destinatario pero se tropiezan al salir cuando las tenemos en la punta de la lengua. Se estiran sílabas, se olvidan acentos, y nada de hablar de lo irrespetuoso que uno puede ser con los signos de puntuación, interrogación y exclamación. Cuando el amor se tira a la mezcla, no hay manera de prever el resultado. Es como cocinar en una nueva cocina, no sabiendo a qué temperatura cocina el horno o dónde están los utensilios o desconociendo con qué está abastecida la alacena. Cada vez que se abre la boca puede ser un banquete digno de los escolares más famosos o un completo desastre al cual ni siquiera las ratas se dignaría a acercarse.
Es extraño, el amor. Y es extraño el efecto que cada experiencia -única, inolvidable, incomparable- tiene en cada uno. Cada vez que uno se deja caer, es como anotarse en un experimento para la cura de uno de los peores males de todos: la infelicidad. Uno no sabe si va a aparecer un repentino salpullido que nos haga no querer salir de nuestros cuartos ante la primer pelea, o si la adrenalina va a ser super-potenciada junto con un montón de otras hormonas que ni podemos pronunciar.
De repente somos un ente ajeno a la razón y nos reducimos a una bolsa con un surtido de sensaciones extrañas, indescriptibles y demás.
Cuando uno se enamora, el único idioma que habla es pelotudo. Todas las palabras, hasta las dichas con pequeñas acciones, pasan a cobrar otro significado o se convierten en torpes mozos que intentan llevar un mensaje a su destinatario pero se tropiezan al salir cuando las tenemos en la punta de la lengua. Se estiran sílabas, se olvidan acentos, y nada de hablar de lo irrespetuoso que uno puede ser con los signos de puntuación, interrogación y exclamación. Cuando el amor se tira a la mezcla, no hay manera de prever el resultado. Es como cocinar en una nueva cocina, no sabiendo a qué temperatura cocina el horno o dónde están los utensilios o desconociendo con qué está abastecida la alacena. Cada vez que se abre la boca puede ser un banquete digno de los escolares más famosos o un completo desastre al cual ni siquiera las ratas se dignaría a acercarse.
Es extraño, el amor. Y es extraño el efecto que cada experiencia -única, inolvidable, incomparable- tiene en cada uno. Cada vez que uno se deja caer, es como anotarse en un experimento para la cura de uno de los peores males de todos: la infelicidad. Uno no sabe si va a aparecer un repentino salpullido que nos haga no querer salir de nuestros cuartos ante la primer pelea, o si la adrenalina va a ser super-potenciada junto con un montón de otras hormonas que ni podemos pronunciar.
De repente somos un ente ajeno a la razón y nos reducimos a una bolsa con un surtido de sensaciones extrañas, indescriptibles y demás.
Con un corazón de cristal en la valija.
Ayer lo borré. Ese mensaje de hace ocho meses y medio se fue. Parte de mí se fue con él. La otra parte había muerto cuando cerré la puerta con un beso y un "no vuelvas nunca más."
Lo peor de todo no es cuando uno le tira agua al fuego, sino cuando alguien más le tira arena, dejando tan sólo cenizas. Mata el humo, mata el calor… Mata hasta la más pequeña llama que quedaba, y no tenemos control.
Ayer yo me llené de arena.
Ahora toca sacudirse e intentar que lo que queda no nuble la vista.
Lo peor de todo no es cuando uno le tira agua al fuego, sino cuando alguien más le tira arena, dejando tan sólo cenizas. Mata el humo, mata el calor… Mata hasta la más pequeña llama que quedaba, y no tenemos control.
Ayer yo me llené de arena.
Ahora toca sacudirse e intentar que lo que queda no nuble la vista.
sábado, 25 de agosto de 2012
A dream within what's real
¿Para qué mentir? Es así; sin mentiras, sin secretos. El amor no tiene códigos, ni reglas, ni términos ni condiciones. Lamentablemente, viene sin indicaciones. No hay manuales, no hay guías, no hay absolutamente nada que te diga qué hacer más que fuertes sensaciones. Pero, ¿qué te puedo decir? Vos metele gas. Vos mandate, soltate, dejate llevar. Rendite a las improvisaciones, a los encuentros furtivos, a los besos escondidos y a todo lo demás. Porque, seamos honestos, ¿cuándo más vas a sentirte así? ¿Cuándo más vas a ganar el super poder de doblar el tiempo y el espacio: deteniendo las agujas del reloj y eliminando a las personas a tu al rededor? ¿Para qué mentir? Seamos francos: ante la rutina de la vida, esos sentimientos son nuestro descanso. Son una taza de café a las seis de la mañana luego de tres días sin dormir; son una canción movida en el reproductor de música cuando el subte se para entremedio de dos estaciones y vos sólo querés morir. Son aire, son caricias, son abrazos. Así que vos, en serio, metele gas. ¿Querés saber por qué te lo digo? Porque yo viajo a ciento treinta en una ruta de máxima cuarenta y no siento los baches al andar. Será complejo transitar, pero mierda que vale cuando llegás a algún lugar. Vos viajá. Refugiate en los ojos de un extraño, perdete en los recovecos de su cuerpo, conocé sus gritos en silencio. Dedicá tu tiempo a trazar un mapa con tus labios; inventá nuevas maneras de decir lo mismo con tus manos. Vos tirate, sin dudarlo, que capaz de ese piso nueve caes a la pileta, encontrás la verdad en el fondo, repuntás y salís flotando.
ayer fui a un slam de poesía y aparentemente condicionó a mi cabeza .
no me acuerdo muy bien qué soñé, pero soñé las primeras dos líneas de esto.
viernes, 24 de agosto de 2012
Momentos.
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un disco que te llenó con sus letras?
¿Cuándo fue la última vez que besaste a alguien y detuviste el tiempo entre sus piernas?
¿Cuándo fue la última vez que te dejaste ser y simplemente fuiste vos y el tiempo?
¿Cuándo fue la última vez que te apagaste y dejaste de pensar? La mente en blanco nunca está de más.
¿Cuándo fue la última vez que te dejaste relajar?
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste sentir algo especial?
Mi sueño tuvo su parte super bajón que no me gustó mucho que digamos, pero me hizo pensar en cosas que no pasan desde... ¿el 2009?
Sólo quiero decir algo, para que ustedes me entiendan un poco mejor y sepan las reglas de este blog.
Toda persona que aquí entra, tiene y va a odiar a Guillermo.
¿Cuándo fue la última vez que besaste a alguien y detuviste el tiempo entre sus piernas?
¿Cuándo fue la última vez que te dejaste ser y simplemente fuiste vos y el tiempo?
¿Cuándo fue la última vez que te apagaste y dejaste de pensar? La mente en blanco nunca está de más.
¿Cuándo fue la última vez que te dejaste relajar?
¿Cuándo fue la última vez que te sentiste sentir algo especial?
Mi sueño tuvo su parte super bajón que no me gustó mucho que digamos, pero me hizo pensar en cosas que no pasan desde... ¿el 2009?
Sólo quiero decir algo, para que ustedes me entiendan un poco mejor y sepan las reglas de este blog.
Toda persona que aquí entra, tiene y va a odiar a Guillermo.
jueves, 23 de agosto de 2012
Mejor cinéfila que drogadicta.
Les voy a contar un par de secretos, pero ustedes tienen que hacer de cuenta que yo no dije nada para no manchar mi reputación. Gracias.
Primero voy a empezar el posteo con una cita de Amelie (la pongo en inglés así entienden más personas, con suerte), así voy poniéndolos en el humor correcto.
Primero voy a empezar el posteo con una cita de Amelie (la pongo en inglés así entienden más personas, con suerte), así voy poniéndolos en el humor correcto.
Man in photo: She is in love.
Nino Quincampoix: I don't even know her!
Man in photo: Oh, you know her.
Nino Quincampoix: Since when?
Man in photo: Since always.
Man in photo: In your dreams.
Hay sólo una persona acá que me sigue desde que importa, así que voy a intentar explicar esto lentamente.
Cuestión que vengo hablando de sexo y cigarrillos y problemas personales,
pero hace dos días la gente viene diciéndome que esto es una máscara,
que yo en realidad soy otro tipo de persona, pero hago de cuenta que soy más dura.
¿Mi respuesta a eso? No del todo, muchachos.
No es necesariamente una máscara.
Es todo verdad. Lo bueno y lo malo.
Como amigos, ven las dos cosas:
ven la chica dura y deprimida y la fatalista,
que tiene mil problemas, y también ven a la parte de mí que haría todo por un amigo.
Lo he dicho antes y lo voy a seguir diciendo:
si bien yo tengo mis problemas propios, por un amigo que necesite un hombro,
los apago o pongo pausa hasta que la crisis ajena pase y estoy siempre,
aunque implique tomarme un taxi desde Constitución a Nuñez (lo he hecho) por amistad.
Pero hay una parte que nadie conoce porque si todos me conocieran románticamente, sería un bardo.
La cuestión es que si todos conocieran esta parte, aunque sea de testigos,
nadie me creería que soy una persona con mil problemas y dura, en absoluto.
Tiempo al tiempo al tiempo. En algún momento de la vida va a revivir esa parte de mí
(o va a volver a salir a flote, mejor dicho, porque sigue viva).
Recién estaba hablando de Ameliè (con mi ex, por alguna razón, intentando explicarle por qué cortamos*)
y me acordé de un montón de cosas.
Les voy a contar una anécdota, sólo por mi propia diversión:
Amelie es una película que vi a causa de un chico con el que salí hace mucho tiempo
(fue un bastardo, es lo único que necesitan saber)
que amaba esta película y me dijo que Amelie, por su personalidad, le hacia recordar a mí.
Un comentario re divino y acertado, sin importar que quien me lo dijo fue un pelotudo.
(mejor sexo de mi vida, igual)
Cuestión que es verdad, no soy toda una chica dura que es super fuerte.
Soy muy débil y frágil en realidad, pero eso sólo se nota en ciertos ámbitos.
En todos mis blogs ha habido un posteo de Amelie porque es parte de mí,
así que tenía que hacerlo acá, porque la idea es que me conozcan tal y cómo soy.
El otro día estaba pensando que al leer este blog es como si me conocieran resfriada,
en piyama, sin maquillaje y sin bañarme hace un mes: ven todo lo malo.
Hoy les muestro lo bueno.
¿Quieren conocer a Juli?
Vean Amelie. Amelie realmente es mi mejor herramienta para demostrar qué tan no dura soy
sin meterme en una relación con todos ustedes.
En otras palabras: dejen de usar el adjetivo puta para describirme y empiecen a ver que soy un amor.
*La parte linda y dulce y de perderse en el romanticismo es bastante importante para mí, y con él no pasaba ni yo sentía que pudiese hacerlo pasar. ¿Qué les puedo decir? Soy un amor.
A lo largo de este tiempo descubrí que hay ciertas comidas que me hacen querer fumar más que otras. Por eso, a medida que voy encontrando esos disparadores que por alguna razón yo tengo asociados con cigarrillos, los elimino de mi dieta. Hasta ahora, descubrí que si como carnes rojas, papas fritas o sandwiches, quiero fumar. El café también, más que todo lo demás combinado, pero no lo puedo dejar.
Lo bueno es que mato dos pájaros de un tiro: no fumo, y hago dieta. ¡Vamos los pibes!
[edit:] Tengo miedo de que el sexo eventualmente haga eso. No quiero tener que eliminar el sexo por tan largo tiempo.
Lo bueno es que mato dos pájaros de un tiro: no fumo, y hago dieta. ¡Vamos los pibes!
[edit:] Tengo miedo de que el sexo eventualmente haga eso. No quiero tener que eliminar el sexo por tan largo tiempo.
Es increíble cómo por más que quiera fumar, quiero aún todavía más no hacerlo por razones diferentes a las que me hicieron empezar a dejar.
Cuando decidí dejar de fumar fue parte de una promesa a mí misma de tres cosas: 1) dejar el alcohol a un lado por un tiempo, 2) nada de hombres: ni chapes, ni sexo, ni nada, y 3) no fumar para poder evitar hiperventilar cuando corro o subo escaleras y además poder sacarme un vicio de encima.
La cuestión es que cuando empecé, fue por mí y por mi futura yo. A medida que los días pasaron, no sólo me estaba teniendo en cuenta a mí misma cuando decidía no fumar, sino que a mis amigos y una voz de un amigo en particular que por alguna razón, sentía iba a desilusionar si volvía a fumar. Después recaí porque fui débil. Y ahora estoy intentando no fumar de nuevo por mí, pero cuando quiero fumar, se aparece la cara de perrito mojado y de "porfis, no lo hagas" de un amigo en mi cabeza y me hace querer cachetearme a mí misma e impide que compre el paquete de cigarrillos.
Mis amigos se metieron a mi cabeza.
Cuando decidí dejar de fumar fue parte de una promesa a mí misma de tres cosas: 1) dejar el alcohol a un lado por un tiempo, 2) nada de hombres: ni chapes, ni sexo, ni nada, y 3) no fumar para poder evitar hiperventilar cuando corro o subo escaleras y además poder sacarme un vicio de encima.
La cuestión es que cuando empecé, fue por mí y por mi futura yo. A medida que los días pasaron, no sólo me estaba teniendo en cuenta a mí misma cuando decidía no fumar, sino que a mis amigos y una voz de un amigo en particular que por alguna razón, sentía iba a desilusionar si volvía a fumar. Después recaí porque fui débil. Y ahora estoy intentando no fumar de nuevo por mí, pero cuando quiero fumar, se aparece la cara de perrito mojado y de "porfis, no lo hagas" de un amigo en mi cabeza y me hace querer cachetearme a mí misma e impide que compre el paquete de cigarrillos.
Mis amigos se metieron a mi cabeza.
Querido cigarrillo:
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Dia 2
Lista de pensamientos después de haberme despertado.
Quiero un pucho.
Quiero un pucho quiero un pucho.
Quierooooo un pucho.
Pero no vas a fumartelo, Juliana.
Yo no soy ésta del espejo, che.
¿Qué pasó con mi violeta?
¿Dale que el tiempo pasa más rápido y todo está hermosamente lindo?
Quiero un beso y un abrazo y sexo y tantas cosas lindas.
miércoles, 22 de agosto de 2012
El secreto.
Les mentí. Les dije que cuando me deprimo salgo de la depresión haciendo listas, pero no siempre es así. A veces, cuando estoy bajón, lo que me cura es tirarme en la bañadera llena con espuma, una copa de ron con coca o vino o coca sola, música tranquila y depilarme. Sí, depilarme me tranquiliza. Sobenlá.
La música en una sonrisa
Dó-cil como un ángel, y vos no te das cuenta.
Re-cortes de mi pasado,
Mi-l facetas desconocidas:
Fá-cilmente podría darme por vencida.
Sól-o que cuando lo intento, te recuerdo,
la manera de sonreír con los ojos cerrados.
Si tan sólo supieses que lo malo no es lo único que conforma mi pasado.
Dó-cil como yo sola, pero no sé si te importa.
Re-cortes de mi pasado,
Mi-l facetas desconocidas:
Fá-cilmente podría darme por vencida.
Sól-o que cuando lo intento, te recuerdo,
la manera de sonreír con los ojos cerrados.
Si tan sólo supieses que lo malo no es lo único que conforma mi pasado.
Dó-cil como yo sola, pero no sé si te importa.
La verdad de la milanesa
Ya ni yo la sé.
En 20 minutos se fue todo al carajo.
Quiero fumar y no voy a fumar.
NO VOY A FUMAR.
¿ME ENTENDISTE, JULI?
No voy a fumar.
quiero un abrazo
En 20 minutos se fue todo al carajo.
Quiero fumar y no voy a fumar.
NO VOY A FUMAR.
¿ME ENTENDISTE, JULI?
No voy a fumar.
quiero un abrazo
martes, 21 de agosto de 2012
Me caigo tan bien a veces
So, girl, I heard the news in town:
he broke you.
He took you by the heart;
he tore you.
But don't lose hope.
Yeah, you heard me, girl,
just don't lose hope.
Algo.
La verdad que no importa por qué llegué a este punto; lo que importa es que llegué. El trayecto fue hermoso, por más duro que haya sido, y ahora puedo sentarme y mirar para atrás y saber que no me arrepiento de las cosas. Cuando amé, amé con todo. Mis experiencias fueron mías, mis decisiones, por más malas que pueden haber sido, fueron tomadas de la mejor manera que pude, y las lecciones que aprendí no tienen precio.
Realmente no importa qué me trajo. Lo que importa es que aprendí, de una u otra manera, a saborear la vida, porque no sabés cuando se va a convertir en algo amargo. Aprendí a notar lo dulce de compartir una cama con alguien querido, a apreciar los escalofríos que causan la respiración de alguien en mi cuello, a amar esos pequeños grandes momentos y gestos que hacen a uno desear poder parar el tiempo.
Con todo -lo bueno y lo malo-, aprendí que si bien hay muchas cosas malas y feas en la vida, hay un sentimiento que cuando se hace presente hace que todo lo demás valga la pena. Sí, señores y señoras, les estoy hablando de ese sentimiento. Les estoy hablando del amor.
No lo digo por estúpida, aunque creo que yo estoy estúpidamente enamorada del amor. ¿Acaso alguno me va a decir que ese sentimiento no es suficiente como para darme la razón?
¿Hay algún otro sentimiento que pueda servir como combustible tan efectivo como el amor? Lo lindo es que es un signo que no tiene tan sólo un significante y un significado. Es todo. Es sentir que el tiempo se detiene y que a la vez corre. Es querer pasar cada segundo aprovechando y viviendo, en vez de dejarse pasar por encima por la vida. Y no está sólo en las palabras, sino también en los gestos. Está en los abrazos, en los besos, en el sexo, en el intercambio de miradas cómplices, en los silencios. Está en los gritos, en las lágrimas, en la distancia. Está en todos lados porque la verdad es que cuando el amor está, nos llena. Corre desde la punta de los pies hasta la cabeza. Corre por las venas, fortalece los huesos, le da color a nuestra piel.
Ayer me preguntaron si realmente creo en la existencia de "el amor de la vida." Para serles honesta, es algo que vengo pensando hace mucho. Creo que hay muchos amores durante una vida, y que todos se quedan con nosotros mucho tiempo después de haberse acabado. Pero sí, ilusamente creo en un amor puro y duradero. Lo que me planteo hoy es si ese amor de mi vida fue quien yo dije, o si es el amor mismo.
Thoughts from places
A veces pienso en dónde estaría si no fuese por él. Hoy es una de esas noches.
Realmente no puedo recordar lo que sentimos juntos, pero sé que lo amé. Es raro eso: recordar sentirlo, pero no cómo se sentía. Es más raro aún pensar que esa sensación que sentí me trajo a este punto. Realmente creo que si no hubiese sido por él, no sería quien soy ahora. Capaz lo sería en un par de años, pero no ahora. Por él, fui a la facultad que fui y la conocí a ella. Por ella, desarrollé una nueva amistad. Por él empecé a trabajar para poder construir un futuro que nunca fue ni va a ser. Y por ese futuro fallido, conocí a mi mejor amiga, y a mi ex novio, con quien sentí cosas que nunca había creído posibles. Y sin él, no me habría perdido como me perdí y no habría sido encontrada por mi siguiente amor tampoco. Y sin él, no habría reconocido lo perdida que todavía estada. Y sin haberme dado cuenta de qué tan perdida y rota estaba, no habría llegado acá: a este punto en que pienso cuál es mi lugar en la vida sin todos esos ellos que pasaron por mi vida.
Es muy raro todo.
Odio esto y a la vez lo amo.
La vida es una caja de sorpresas. Una tras otra, me trajeron a este punto.
No quiero dormir sola. No puedo dormir sola.
Eso es lo único que puedo pensar.
¿Cómo llegué a este punto?
Realmente no puedo recordar lo que sentimos juntos, pero sé que lo amé. Es raro eso: recordar sentirlo, pero no cómo se sentía. Es más raro aún pensar que esa sensación que sentí me trajo a este punto. Realmente creo que si no hubiese sido por él, no sería quien soy ahora. Capaz lo sería en un par de años, pero no ahora. Por él, fui a la facultad que fui y la conocí a ella. Por ella, desarrollé una nueva amistad. Por él empecé a trabajar para poder construir un futuro que nunca fue ni va a ser. Y por ese futuro fallido, conocí a mi mejor amiga, y a mi ex novio, con quien sentí cosas que nunca había creído posibles. Y sin él, no me habría perdido como me perdí y no habría sido encontrada por mi siguiente amor tampoco. Y sin él, no habría reconocido lo perdida que todavía estada. Y sin haberme dado cuenta de qué tan perdida y rota estaba, no habría llegado acá: a este punto en que pienso cuál es mi lugar en la vida sin todos esos ellos que pasaron por mi vida.
Es muy raro todo.
Odio esto y a la vez lo amo.
La vida es una caja de sorpresas. Una tras otra, me trajeron a este punto.
No quiero dormir sola. No puedo dormir sola.
Eso es lo único que puedo pensar.
¿Cómo llegué a este punto?
lunes, 20 de agosto de 2012
La melodía de las palabras
Domame con palabras dulces, dije, ingenua,
repetìmelas suavemente al oido.
Mil noches a tu lado con tu corazón cantando junto al mío
fàcilmente mandadas, descartadas al olvido.
Solo y ya dado por vencido;
lados de tí ojalá nunca hubiese conocido
Simplemente despachada aquí me quedo, sin saber mi próximo destino.
Dormir sin tí se ha convertido en un inmenso sinsentido.
That-which-must-not-be-named.
Ayer hablaba de dejar de fumar con dos amigas y cómo tengo que evitar empezar a comer por la ansiedad. Creo que hasta ahora estuve bastante bien, pero hay ciertos temas que si los hablo mucho, prenden una lamparita en mi mente. Así fue como empezó, de hecho. Un día colapsé y me corté y mis padres vieron mis brazos con sangre y mi papá se me puso a gritar que me estaba destruyendo la vida por pelotuda, que sólo me faltaba ser anorexica y bulimica, y que si me quería matar de verdad, que lo llamara a él y él se encargaba de lograrlo. A partir de ahí, la anorexia y la bulimia fueron parte de mi vida también.
La cuestión es que si a veces hablo mucho del tema, quiero hacerlo, simplemente porque recuerdo todas las cosas lindas. Bah, "cosas lindas." Recuerdo las cosas enfermas de estar enferma que me gustaban por mi mentalidad enferma. Me acuerdo de mi esternón sobresaliendo, y los 10 kilos perdidos en cuestión de semana y media. Me acuerdo de la ropa linda y de mirarme al espejo y sentirme mejor. Y me acuerdo de cómo me gustaba cómo quedaban los cortes finos en mis muñecas, sobresaliendo.
(continua, pero me quede sin tiempo de escribir)
La cuestión es que si a veces hablo mucho del tema, quiero hacerlo, simplemente porque recuerdo todas las cosas lindas. Bah, "cosas lindas." Recuerdo las cosas enfermas de estar enferma que me gustaban por mi mentalidad enferma. Me acuerdo de mi esternón sobresaliendo, y los 10 kilos perdidos en cuestión de semana y media. Me acuerdo de la ropa linda y de mirarme al espejo y sentirme mejor. Y me acuerdo de cómo me gustaba cómo quedaban los cortes finos en mis muñecas, sobresaliendo.
(continua, pero me quede sin tiempo de escribir)
Pensamiento fatalista.
¿Cómo me recordarías el día de mañana si ya no estuviera acá?
¿Cómo me gustaría que lo hicieras?
¿Lo harías?
¿Me recordarías?
Es extraño pensar que la respuesta a ciertas preguntas sólo aparecerían de yo no estar acá para formularlas o entenderlas.
¿Cómo me gustaría que lo hicieras?
¿Lo harías?
¿Me recordarías?
Es extraño pensar que la respuesta a ciertas preguntas sólo aparecerían de yo no estar acá para formularlas o entenderlas.
No te pido que me compres con flores, sino con sonrisas. Una sonrisa es capaz de mejorar un día.
La tuya tiene la virtud de alegrar la vida.
No te pido que seas mío, sino que me llames tuya.
No te pido que me entregues tu tiempo, sino que te pierdas conmigo entre el movimiento de las agujas.
No te pido convertirme en tu mundo, sino que estés dispuesto a crear uno nuevo y mejorado juntos.
No te pido te hagas cargo de mi pasado; como dicen muchos, eso es territorio ya pisado.
Sólo pido tardes de siesta mientras vos hacés la tuya, y besos que curan heridas, y abrazos que acallan lo que mis miedos gritan.
Sólo te pido que veas lo bueno, pero también lo malo, porque es lo que me trajo a este punto en la vida. Te pido que me quieras y me aceptes, porque toda experiencia de mi ayer, fue mía.
Creo que es noche/madrugada de reflexión. Hoy tengo muchas emociones muy a la superficie, así que no sé si tener miedo o no a lo que podría llegar a decir.
Hoy estaba escuchando una banda (no muy buena a causa de la cantante, debo admitir) y de repente el mundo se nubló, la gente a mi al rededor desapareció y lo único que sentía era a la banda cantar la palabra "soledad."
Me acuerdo de mi última relación gravemente fallida. Hoy estaba hablando de él e intentando explicar por qué cortamos si yo realmente lo amaba todavía. Supongo que nos enganchamos y perdimos en un momento en que lo único que queríamos era volver a ser aquellos que habíamos sido en un comienzo. Perdimos vista de quiénes éramos nosotros mismos, dónde habían ido a parar nuestras vidas, y cómo encajábamos uno en la vida del otro.
No quiero eso. Nunca más. No quiero olvidarme que las personas tienen sus defectos. No quiero pensar que un hombre puede ser perfecto. Quiero amar con imperfecciones. Quiero locura, pasión, romance pero, por sobre todas las cosas, quiero realidad.
Capaz por eso valoro tanto mi enamoramiento del momento. Porque me gusta con lo malo, no sólo lo bueno. Verdad, no es mutuo, pero yo me quedo sabiendo que puedo. Puedo vivir sabiendo que puedo querer no sólo "más allá" de lo malo, sino "porque" lo bueno y lo malo hacen que sea él el resultado.
La tuya tiene la virtud de alegrar la vida.
No te pido que seas mío, sino que me llames tuya.
No te pido que me entregues tu tiempo, sino que te pierdas conmigo entre el movimiento de las agujas.
No te pido convertirme en tu mundo, sino que estés dispuesto a crear uno nuevo y mejorado juntos.
No te pido te hagas cargo de mi pasado; como dicen muchos, eso es territorio ya pisado.
Sólo pido tardes de siesta mientras vos hacés la tuya, y besos que curan heridas, y abrazos que acallan lo que mis miedos gritan.
Sólo te pido que veas lo bueno, pero también lo malo, porque es lo que me trajo a este punto en la vida. Te pido que me quieras y me aceptes, porque toda experiencia de mi ayer, fue mía.
Creo que es noche/madrugada de reflexión. Hoy tengo muchas emociones muy a la superficie, así que no sé si tener miedo o no a lo que podría llegar a decir.
Hoy estaba escuchando una banda (no muy buena a causa de la cantante, debo admitir) y de repente el mundo se nubló, la gente a mi al rededor desapareció y lo único que sentía era a la banda cantar la palabra "soledad."
Me acuerdo de mi última relación gravemente fallida. Hoy estaba hablando de él e intentando explicar por qué cortamos si yo realmente lo amaba todavía. Supongo que nos enganchamos y perdimos en un momento en que lo único que queríamos era volver a ser aquellos que habíamos sido en un comienzo. Perdimos vista de quiénes éramos nosotros mismos, dónde habían ido a parar nuestras vidas, y cómo encajábamos uno en la vida del otro.
No quiero eso. Nunca más. No quiero olvidarme que las personas tienen sus defectos. No quiero pensar que un hombre puede ser perfecto. Quiero amar con imperfecciones. Quiero locura, pasión, romance pero, por sobre todas las cosas, quiero realidad.
Capaz por eso valoro tanto mi enamoramiento del momento. Porque me gusta con lo malo, no sólo lo bueno. Verdad, no es mutuo, pero yo me quedo sabiendo que puedo. Puedo vivir sabiendo que puedo querer no sólo "más allá" de lo malo, sino "porque" lo bueno y lo malo hacen que sea él el resultado.
Una rosa, un amor, y yo.
Podría dejarme consumir entre las cenizas. Rendirme y respirar el humo a mis pulmones: dejarme llevar hasta que su calor me haga trizas. Podría soltarme y dejarme llevar, podría dejarme morir como siento a veces implora lo haga la vida. Podría comprar un pasaje al más allá, donde el mal no murmura a mi oìdo, y comprar tan sólo el boleto de ida. Podría adormecerme, como tantas otras veces, sin sentir la luz del día. O podría meterle garra, sacar la fuerza del bolsillo, trepar y patalear hasta por fin alcanzar poder arañar la superficie y verme de nuevo viva. Podría hacerlo por tus ojos, por tus palabras, por tus manos frías sobre las mías. Podría hacerlo por su nombre, por su recuerdo, por cómo sigue palpitando dentro mío, entera, fusionando sus ideas con las mías. Podría hacerlo por tus labios sobre los míos, por tu corazón marcando el ritmo, tus penas y tus olvidos, que yo tomaría cómo propios si significara que a vos no te pesarían. Podría hacerlo por cómo siento que, aún el día de hoy, me guía, desde arriba, por cómo está acá hoy en mí y en mi amiga, por cómo está ahí, acá, allá, donde sea, en toda movida. Podría hacerlo por vos, por ella, por ellos, por ustedes, por todos. Podría hacerlo por tantas personas, vivas y muertas, pero sin embargo, hoy, lo hago por mí. Hoy podría, puedo y podré mantenerme viva. No porque alguien más lo mande, no porque alguien más lo pida. Hoy estoy acá porque puta madre vale la pena estarlo, aunque haya malos días.
domingo, 19 de agosto de 2012
Distraccion IV.
¿Qué es una mentira?
¿Es aquello que me digo para poder ganarle al día una mentira?
¿Fue esa respuesta una de ellas?
¿Lo es la manera en que te veo, intentando exclamar cualquier cosa menos la verdad con la mirada?
Capaz todo es una mentira, y simplemente no puedo recordar lo que es la verdad. Capaz son todos juegos de tu mente y de la mía.
¿Es aquello que me digo para poder ganarle al día una mentira?
¿Fue esa respuesta una de ellas?
¿Lo es la manera en que te veo, intentando exclamar cualquier cosa menos la verdad con la mirada?
Capaz todo es una mentira, y simplemente no puedo recordar lo que es la verdad. Capaz son todos juegos de tu mente y de la mía.
La vida...
En otras noticias, llevo un poco más de un mes soltera. Un mes sin irme a la mierda y volver a mis viejos pagos y viejas rutinas. Un mes sin besos, un mes durmiendo sola... Y casi tres sin sexo.
¿Ahora entienden por qué estoy loca?
¿Ahora entienden por qué estoy loca?
Update.
Bueno, hace días no subo porque he estado teniendo una vida. Pero este es el resumen: el otro día fumé; recaí y fumé y ahora está todo mal porque quiero fumar de nuevo. Ayer, quise volver a fumar pero una amiga me quitó los cigarrillos, así que no fumé.
Eso resume mi viaje con el cigarrillo creo.
Eso resume mi viaje con el cigarrillo creo.
viernes, 17 de agosto de 2012
Distracciones III
Hace frío. La frazada me sirve de refugio y, mientras me acaricia la piel desprotegida, no puedo evitar pensar cuánto me gustaría que estés acá.
Quiero sentir tus labios gritar en silencio, presionados contra los míos. Quiero respirar tu aliento.
Cierro los ojos y te imagino. Nunca tuve un deseo más lindo.
Acercate. Refugiate conmigo.
Dejame quemarte. Consumite conmigo.
Rendite a la situación. Dejame ser tu abrigo.
Quiero sentir tus labios gritar en silencio, presionados contra los míos. Quiero respirar tu aliento.
Cierro los ojos y te imagino. Nunca tuve un deseo más lindo.
Acercate. Refugiate conmigo.
Dejame quemarte. Consumite conmigo.
Rendite a la situación. Dejame ser tu abrigo.
Honesty hour.
Si hay algo que odio es estar enferma. Si hay algo que odio más es sentir que estoy acumulando más enfermedades.
La anorexia, la bulimia y la depresión ya de por si son cosas que se van a quedar conmigo de por vida, forzándome a pelearlas todo los días. ¿No era eso suficiente? Ahora me pregunto si fumar va a tener el mismo efecto. ¿Va a ser cuestión de abstenerme por un mes y después voy a dejar de sentir el impulso? ¿O voy a tener que tener cuidado cada vez que vea a alguien fumando o me tope con un paquete de cigarrillos?
La anorexia, la bulimia y la depresión ya de por si son cosas que se van a quedar conmigo de por vida, forzándome a pelearlas todo los días. ¿No era eso suficiente? Ahora me pregunto si fumar va a tener el mismo efecto. ¿Va a ser cuestión de abstenerme por un mes y después voy a dejar de sentir el impulso? ¿O voy a tener que tener cuidado cada vez que vea a alguien fumando o me tope con un paquete de cigarrillos?
Recién viajaba en el colectivo pensando cosas re profundas, pero la verdad es que me las olvidé ni bien me metí a mi departamento. La cuestión es que hoy no fumé. Así que estoy contenta.
Se puede, se puede. Si yo pude pasar de fumar dos atados y medio por día a 72 horas y más sin fumar, se puede todo.
Se puede, se puede. Si yo pude pasar de fumar dos atados y medio por día a 72 horas y más sin fumar, se puede todo.
jueves, 16 de agosto de 2012
Distracciones.
Acabo de soñar con vos. Ésta es la tercera noche en que pasa. No me está gustando esta confusión.
Dia 3
Recién mi mamá me pidió que pusiera la mesa y su paquete de cigarrillos estaba ahí, y cuando lo agarré no me di cuenta, pero de repente miré para abajo y me estaba aferrando mucho al paquete y vi que unos cigarrillos se salieron y mi cabeza empezó a gritarme que fume.
Esto no deja de ser complicado después de las primeras 48 hs. Sepan que si alguien les dice eso, les miente.
Esto no deja de ser complicado después de las primeras 48 hs. Sepan que si alguien les dice eso, les miente.
Distracciones.
¿Está de más decir que quiero enseñarte a decir las cosas de esa manera? Hace años me enseñaron a mí, es tan sólo justo que yo mantenga vivo al sistema. Me decís que querés una maestra; yo te digo que estoy dispuesta. Pero, ¿qué tal si te hago otra propuesta? Aprendamos juntos. Baila conmigo, hagamos juntos que la vida valga la pena.
Warning: hay tanta gente que puede malentender este posteo y atribuírselo, pero quiero que sepan que lo más probable es que estén equivocados.
Warning: hay tanta gente que puede malentender este posteo y atribuírselo, pero quiero que sepan que lo más probable es que estén equivocados.
miércoles, 15 de agosto de 2012
Ataques de pánico.
Odio sentir que no puedo respirar, pero saber a nivel consciente que lo estoy haciendo. Odio sentir que mi corazón se contrae y relaja el doble de las veces que debería de por segundo. Odio no saber si lo causa el miedo, la resignación, la soledad o qué tipo de dolor. Odio que duela. Odio todo lo que yo implico en este momento.
Odio terminar en estas situaciones tan fácilmente. Estas circunstancias me hacen sentir débil y frágil y yo sé que no soy ninguna de esas dos cosas. Terminar encerrada en el baño, llorando, necesitando estar sola pero rogando con la voz que no me sale usar para gritar compañía... Todo esto es demasiado. Odio a J.B. pero no le desearía esto ni a él.
Siempre odie no poder ni saber pedir ayuda.
Maldigo a la yo de quince años que decidió que no comer, y/o vomitar la poca comida ingerida y cortarse las muñecas era fantástica idea. La odio. Espero que en la próxima vida en la que esa pendeja de quince años no evolucione a ser quién yo soy, se muera.
Odio terminar en estas situaciones tan fácilmente. Estas circunstancias me hacen sentir débil y frágil y yo sé que no soy ninguna de esas dos cosas. Terminar encerrada en el baño, llorando, necesitando estar sola pero rogando con la voz que no me sale usar para gritar compañía... Todo esto es demasiado. Odio a J.B. pero no le desearía esto ni a él.
Siempre odie no poder ni saber pedir ayuda.
Maldigo a la yo de quince años que decidió que no comer, y/o vomitar la poca comida ingerida y cortarse las muñecas era fantástica idea. La odio. Espero que en la próxima vida en la que esa pendeja de quince años no evolucione a ser quién yo soy, se muera.
Juli fatalista.
En momentos así considero la opción del cutter. Ya no sé hasta qué punto esto es una mezcla de estrés y angustia o no, pero es lo que es y yo estoy en las últimas.
Hoy estaba absorta en mi propia mente y mis pensamientos y de repente un pensamiento para el que no estaba lista se me coló a la mente.
Hace poco hablaba con un amigo sobre el pensar que uno no tiene nada que ofrecer. Hoy, pensando, me di cuenta de que yo tengo una manera de pensar que me hace muchísimo peor que si pensara eso. ¿Qué pasa cuando sabés que tenés mucho que ofrecer, pero sabés que nadie lo quiere?
Desde que corté mi última relación es algo que vengo pensando mucho. Mi personalidad fatalista no me hace creer que soy puro defecto, pero me hace ver que esos defectos ganan. Y viendo esto, no puedo evitar pensar que esta soledad va a seguir porque ¿quién querría vivir a una persona con estas enfermedades? Y cuando te contestas esa misma pregunta con un "nadie", está complicado contestarse a cualquier otra cuestión "seguí adelante."
Hoy estaba absorta en mi propia mente y mis pensamientos y de repente un pensamiento para el que no estaba lista se me coló a la mente.
Hace poco hablaba con un amigo sobre el pensar que uno no tiene nada que ofrecer. Hoy, pensando, me di cuenta de que yo tengo una manera de pensar que me hace muchísimo peor que si pensara eso. ¿Qué pasa cuando sabés que tenés mucho que ofrecer, pero sabés que nadie lo quiere?
Desde que corté mi última relación es algo que vengo pensando mucho. Mi personalidad fatalista no me hace creer que soy puro defecto, pero me hace ver que esos defectos ganan. Y viendo esto, no puedo evitar pensar que esta soledad va a seguir porque ¿quién querría vivir a una persona con estas enfermedades? Y cuando te contestas esa misma pregunta con un "nadie", está complicado contestarse a cualquier otra cuestión "seguí adelante."
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